Sin contacto con la realidad

El abandono de la terapia sigue siendo el principal obstáculo para tratar la enfermedad

La esquizofrenia es una enfermedad mental que pertenece al grupo de las psicosis (pérdida de contacto de la realidad). Se asocia con una disminución en el desarrollo general de funciones. Si bien durante los últimos años se incorporaron al arsenal terapéutico drogas más modernas con menores efectos adversos, el incumplimiento o el abandono de la terapia sigue siendo el principal obstáculo para el tratamiento de la enfermedad. El paciente niega estar enfermo y es difícil comprometerse a un tratamiento de por vida. Este incumplimiento aumenta el riesgo de aparición de nuevos episodios psicóticos.

La enfermedad se caracteriza por:

* Alteración de la percepción: sentimiento de estar controlados por fuerzas extrañas, ideas delirantes, afecto anormal y aislamiento.

* Deterioro de la función mental. Dificultad para afrontar demandas cotidianas.

* Negación de la realidad de forma inconsciente.

* Actividad cognitiva anormal. Incoherencias, repercusión en el lenguaje.

* La edad de inicio promedio es, en los hombres entre los 15 y los 25 años, y en las mujeres entre los 25 y los 35 años.

* La prevalencia de esquizofrenia es de alrededor del 1 % de la población, según el National Institute of Mental Health. Se ha observado una cierta prevalencia hereditaria, si uno de los padres padece esquizofrenia el hijo tiene un 12% de posibilidades de desarrollar dicho trastorno y si ambos son esquizofrénicos el niño tiene un 39% de probabilidades. Un niño con padres sanos tiene un 1% de posibilidades de padecer este trastorno, mientras que un niño con un hermano con este desorden tiene un 8% de probabilidades.

* Se puede presentar asociada a los trastornos relacionados con sustancias. Del 30 al 40 % de los esquizofrénicos presenta problemas de abuso de alcohol; el 15-25 % problemas con la marihuana; del 5 al 10 % abusa o depende de la cocaína. También se incluye el abuso de nicotina, muy frecuente en estos pacientes.

Los síntomas deben persistir durante al menos 6 meses. Se clasifican en positivos y negativos.

Positivos: distorsión de las funciones normales como alucinaciones ideas delirantes (de persecución, de grandeza, religiosos, de celos e hipocondríacos); lenguaje incoherente; comportamiento desorganizado (agitación, incapacidad de organizarse y de mantener la higiene personal) o catatónico (con una disminución de la actividad psíquica y motora hasta llegar a una falta total de atención y rigidez).

Negativos: disminución o pérdida de las funciones normales. No reacción ante estímulos emocionales, pobreza del habla, apatía (falta de voluntad, incapacidad para persistir o para iniciar una actividad), incapacidad para disfrutar de los placeres.

El curso de la enfermedad se caracteriza por fases de agudización y de remisión de los síntomas, aunque algunos presentan un curso estable. A medida que pasa el tiempo, los síntomas negativos se acentúan más, mientras que los positivos van remitiendo.