Lecturas: Una experiencia solitaria

Fernando Toloza / La Capital

Poesía reunida" de Irma Peirano, publicado por la Editorial Municipal de Rosario con prólogo de Martín Prieto e investigación de Delia Crochet, pone nuevamente al alcance del lector una obra escrita entre fin de los años 30 y principios de los años 50. Se trata de una obra poética singular, diferente a la que escribía por ese entonces la generación del 40, pero que no tuvo trascendencia a nivel nacional.

Irma Peirano, nacida en Italia pero afincada desde niña en Rosario, publicó dos libros en vida y murió en Buenos Aires a los 47 años, en 1965, al parecer alejada de la escritura. Formó parte de un grupo de intelectuales rosarinos entre los que se contaban la familia Hernández Larguía, Jorge Riestra, Felipe Aldana y otros. Trabajó en el diario La Tribuna, donde escribió en casi todas las secciones y mantuvo una relación amorosa con uno de los directores del periódico, una larga y al parecer tortuosa relación que duró cerca de 20 años y que, se supone, alimentó buena parte de su poesía.

La presente edición retoma y completa la que se publicó en 1983. Agrega nuevos poemas y notas, y también ofrece un álbum fotográfico, que puede ser mirado como un itinerario de la vida de Peirano y de sus metamorfosis, desde la joven retratada en un estudio fotográfico hasta la solitaria mujer pescando probablemente a orillas del Paraná, o la bañista de malla entera, altiva y atenta ante el registro de la cámara, o la periodista tratando de ser algo más que una secretaria.

Como parte central del volumen se sitúan los libros que Peirano publicó en vida: "Cuerpo del canto" y "Dimensión de amor". Sin embargo, las secciones con los primeros poemas y con otros poemas casi ocupan, sumadas, la misma cantidad de páginas. El hecho pone de relieve dos aspectos: 1) Peirano escribió mucho antes de publicar su primer libro, lo que explica la madurez de esa obra, y 2) su escritura continuó desarrollándose, aunque cada vez más cerca de tematizar su propia disolución, cuando la voz no atina a "ser palabra".

Con apuestas a diferentes metrificaciones, la poesía de Peirano es recorrida por el amor y la reflexión sobre la poesía, como temas que se relacionan y se analizan mutuamente, y en los que se privilegia la experiencia. En uno de sus primeros poemas ("Ofelia") hay un verso que anticipa buena parte del desarrollo de Peirano como poeta: "Ya no quiero equilibrios". Retoma al triste personaje de Shakespeare, perdida por los hombres, por su padre Polonio y por su novio, el dubitativo Hamlet, pero le hace asumir una voz, aunque siga manteniendo la oscuridad de su sino, porque el poema describe el hundimiento último de Ofelia en el lago. Desdeñar el equilibrio proclama su ansia de experiencias. En vivirlas y en contarlas radicará la apuesta de Peirano como poeta.

Esas experiencias pueden ser varias: la amorosa, la poética, la metafísica, que a veces se unen en un mismo poema o intercambian sus lugares. "Indago tristemente lo que nadie investiga", escribe Peirano en uno de los poemas de su libro "Dimensión de amor". Esa tristeza apunta a la soledad que rodea a los que buscan algo por fuera de lo sancionado y también a la incertidumbre de ir por caminos no transitados. En el mismo poema, asegura: "En el principio fue el género". Es una sentencia pero también un descubrimiento. La idea de que el origen es diferencia y, por tanto, dolor, aunque también identidad. "Vamos a ver, ¿qué tengo de mí misma?", se pregunta en ese poema. El resto de su obra es una intrincada respuesta a esa pregunta.