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 domingo, 11 de abril de 2004

Inseguridad. Santa Fe está ante la tarea de evitar un "corrimiento" de las bandas
El reclamo social marca un punto de inflexión en el combate al delito
El sur provincial ha sido escenario de distintas estrategias para conjurar la articulación de asociaciones ilícitas

Esteban Borgonovo (*)

El caso Blumberg marca un punto de inflexión en la generalizada demanda de seguridad. El reclamo está hoy nuevamente instalado en el centro de la agenda pública con una masividad y una dinámica propia que rápidamente ha tenido eco en diversos lugares del país, incluido Rosario, donde se producen hechos tal vez menos espectaculares pero no menos graves.

El impacto de este doloroso suceso ha tenido ya diversas consecuencias. Las políticas, es decir las referidas a redefiniciones en el poder, están llamadas a producir importantes efectos en los próximos tiempos. En la provincia de Buenos Aires la promisoria designación de León Arslanian como Ministro de Seguridad contaría en esta oportunidad con el apoyo del gobernador Solá, del ex presidente Duhalde y del propio presidente Kirchner.

En la Nación se trabaja aceleradamente sobre un plan nacional de seguridad, que sería anunciado en los próximos días. Dicho plan, si bien fijará líneas de acción de alcance nacional, contemplará especialmente la grave situación de la provincia de Buenos Aires, donde el incremento y la coordinación de esfuerzos aparece como imprescindible y urgente.

Todo ello, es de esperar, redundará en un importantísimo aumento de las acciones y recursos destinados a mejorar la seguridad bonaerense. Frente a semejante panorama, es necesario una vez más analizar qué efectos tendrá semejante proceso sobre nuestro territorio provincial.

Recuerdo en ese sentido que durante nuestra gestión en el Ministerio de Gobierno de la provincia de Santa Fe dimos inicio a una serie de operaciones coordinadas entre la policía provincial y las fuerzas nacionales de seguridad de Gendarmería y Prefectura.

Tales operaciones consistían básicamente en patrullajes y controles vehiculares y personales en lugares y horarios previamente definidos. De ese modo logramos dos cosas: por un lado incrementar la presencia policial y la vigilancia en Santa Fe y en Rosario, y por el otro aumentar los controles sobre las rutas de acceso a la provincia, especialmente en el sur santafesino, ante la hipótesis de que bandas de delincuentes que operan en la provincia de Buenos Aires pudieran desplazarse hacia aquí como consecuencia de la intensificación del accionar policial en ese vecino territorio.

Ya sea por la existencia de los mencionados controles o bien por los magros resultados obtenidos por la provincia de Buenos Aires en la lucha contra el delito, hasta el momento ese desplazamiento afortunadamente no se ha producido.

Lo que sí ha ocurrido con el delito en Buenos Aires es que éste se ha desplazado de una materia a la otra dentro del mismo territorio provincial. Así, primero fue el asalto de pasajeros de taxi. Luego con la generalización del uso del radiotaxis, se pasó de aquél al incremento de las salideras bancarias. Una mayor vigilancia en las entidades financieras determinó luego un significativo aumento del robo de autos. Posteriormente, enérgicas campañas contra los desarmaderos provocaron un corrimiento hacia los secuestros extorsivos. En éstos, a diferencia de los llamados secuestros express, las víctimas son privadas de su libertad por varios días o semanas y se negocia su liberación a cambio de importantes sumas de dinero.

Este tipo de operatoria, propia del crimen organizado, ha adquirido en la actualidad tal grado de desarrollo que los especialistas llaman la atención sobre la existencia de fenómenos complejos de delincuencia caracterizados como verdaderos "conglomerados criminales". Esto es, bandas estructuradas, con roles bien diferenciados, una amplísima disposición de recursos logísticos, operativos y económicos que actúan coordinadamente.


Gran capacidad de acción
Algunos grupos planifican y conducen la operación, otros la ejecutan, otros administran los recursos originados por el pago de los rescates, en parte para solventar gastos y en parte para ser invertidos en la compra de drogas para su posterior comercialización, maximizando así las utilidades del delito original.

Semejante modalidad delictiva evidencia una gran capacidad de acción y cierta sofisticación desconocidas entre los santafesinos.

Sin embargo, la aparición en nuestro territorio de algunos delitos con participación de delincuentes bonaerenses, y aun de miembros de la policía de ese distrito, debe servir de alerta a fin de evitar un posible filtrado de mano de obra vecina en busca de nuevos objetivos.

La perspectiva de que en los próximos meses se presencie una decidida acción de control e investigación actualiza la hipótesis del desplazamiento -en este caso geográfico- hacia Santa Fe de bandas delictivas con medios y experiencia.

Una vez más, la mejor receta es la prevención. Sea por medio de acciones propias o bien de planteos frente al gobierno nacional -cuyo plan tendrá que apuntar a disminuir y no a mudar el delito-, el caso es que hoy más que nunca conviene mirar a Buenos Aires y adoptar medidas tendientes a evitar que en el futuro una buena noticia allá se convierta aquí en una pesadilla.

(*) Ex ministro de Gobierno de Santa Fe

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Los controles combinados de las fuerzas dieron buenos resultados.

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