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 sábado, 03 de abril de 2004

Víctima de una joven que la ayudaba
Una anciana fue maniatada y robada por una chica que le barría la vereda de su casa y un muchacho cómplice

Ariel Etcheverry / La Capital

Segunda Ronchi, una mujer de 83 años y vecina del barrio Jorge Cura, terminó cayendo en una trampa. Se la tendió una chica que tiempo atrás se había ganado la confianza de la anciana, a la que le barría la vereda a cambio de una propina. Ayer a la mañana, la misma muchacha llegó a la vivienda de Deán Funes 2509, casi esquina Pueyrredón, supuestamente para cumplir con su tarea, pero esta vez lo hizo en compañía de un varón. Cuando se dio cuenta, Segunda quedó a merced de la pareja y terminó maniatada en una silla mientras los ladrones se apoderaban de electrodomésticos y unos 80 pesos.

"Una quiere ser buena, colaborar con la gente pobre, y mire cómo le pagan. La quise ayudar con unas monedas porque tiene la nena quemada y terminó revisando toda la casa mientras yo estaba atada en una silla", dijo con resignación doña Segunda, junto a vecinos y familiares que ayer a la mañana se acercaron al conocerse la noticia de que la habían asaltado dos delincuentes.

Ronchi, jubilada y costurera de oficio, vive desde hace más de 25 años en el barrio residencial ubicado detrás del country del club Provincial. Es más, su casa está ubicada a escasos metros del cerco perimetral de la institución. Es una zona de casas bajas y coquetas. Algunas son más suntuosas que otras, pero todas están dominadas por el buen gusto. Bonchi vive con su marido, quien ayer a la mañana había salido cuando ocurrió todo.

Eran cerca de las 8 cuando llegó una chica a la que Segunda conoce del barrio. Hace unos días, la muchacha se había ofrecido para limpiarle la vereda a cambio de unas monedas y la jubilada aceptó. "Quise ayudarla porque tiene una hija quemada y arreglamos para que se ocupe de la vereda", recordó Segunda en charla con La Capital. Esta mujer de 83 años ahora sospecha que la muchacha utilizó todo ese tiempo para vigilar sus movimientos.

Ayer, Segunda salió a hacer unas compras y al regresar a su casa dejó la puerta de calle entreabierta con la confianza de que la chica barría la vereda era una persona conocida. Pero se equivocó. "De golpe me encontré con un tipo. Quedate tranquila y callada, me dijo hablando bien bajito", rememoró. Del susto que tenía, la víctima no alcanzó a ver si el intruso estaba armado. Pero lo cierto es que no tuvo otra opción que hacer lo que el maleante le decía.

La dueña de casa terminó sentada en una silla y atada de pies y manos. "Entonces entró la otra desgraciada", manifestó Segunda, ofuscada. "Mirá que sos ingrata, con todo lo que te ayudé y me pagás así", le dijo la jubilada a la chica, que sólo respondió con un lacónico: "Tranquila, que no le va a pasar nada". Así, la joven comenzó a buscar por toda la casa algo de valor. De esa forma, los ladrones se llevaron una multiprocesadora, una juguera y 80 pesos que encontraron en el bolsillo de un saco. Luego se marcharon, dejando a Segunda atada.

A pesar del mal trance, que fue motivado por una traición, Segunda no se arrepiente de haber ayudado a una mujer pobre. "Es mi forma de ser. Yo a esta piba la conocía hace rato. A veces le daba monedas, pero la mayoría de las veces comida para la nenita", agregó.

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"Mirá que sos ingrata", le dijo doña Segunda a la ladrona.

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