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 sábado, 03 de abril de 2004

Se trata de un grupo de 15 exploradores colombianos
Recorrieron 9 mil kilómetros por ríos y llegaron a Rosario
Viajaron por el Orinoco, el Amazonas y el Paraná. Dicen que América tiene la red fluvial más grande del mundo

Eugenia Langone / La Capital

Recorrieron unos 9 mil kilómetros a través de los ríos sudamericanos para llegar desde Colombia a Rosario. Navegaron el Orinoco, el Amazonas y el Paraná para llegar al Río de la Plata y demostrar que América del Sur tiene "la red fluvial más grande del mundo". Ese fue el objetivo que se propuso un grupo de 12 exploradores colombianos de la Fundación Natibo, encabezados por el biólogo y documentalista Marc De Beaufort. "No sólo queremos mostrar que el transporte fluvial es más barato y menos dañino para el medio ambiente. También es una forma de decir que Sudamérica tiene que comenzar a mirarse hacia adentro y dejar de importar soluciones desde el exterior", aseguró De Beaufort. Es más, el especialista resaltó que Rosario es una "lección" para el resto de los países de sudamérica. "Esta ciudad siempre vivió del río Paraná, es grande por su río y tiene conciencia de lo que él significa", aseguró.

Natibo es una fundación colombiana para la investigación y difusión del desarrollo humano sostenible para América Latina y el Caribe, que elige la realización de documentales para televisión como medio para plasmar su trabajo y que cuenta con el auspicio de empresas internacionales. Así, esta travesía en particular fue solventada por la tarjeta Visa. El equipo que llevó adelante la expedición está integrado no sólo por científicos, sino también por camarógrafos, fotógrafos, periodistas y editores. Y anteayer estuvieron en la Bolsa de Comercio de Rosario presentando parte del material obtenido.

El grupo salió desde Puerto López, Colombia, los primeros días de enero. Cinco exploradores realizarían el recorrido en barco y el resto lo haría en camionetas como apoyo logístico. Y aunque cumplieron su objetivo, no faltaron los imprevistos. "Fundimos la embarcación a los pocos kilómetros y tuvimos que conseguir una nueva", contaron.

Para ellos el hecho de demostrar que Sudamérica puede unirse a través de su cuenca fluvial tiene un doble significado. "Por un lado cumple el objetivo de mostrar que el transporte fluvial es más barato y menos dañino al medio ambiente. Y en este sentido, Rosario es una lección para el resto de las ciudades sudamericanas porque siempre vivió del río Paraná, es grande por su río y tiene conciencia de lo que él significa. En Argentina se toman los ríos en serio", aseguró De Beaufort.

Pero además hay un aspecto simbólico. "Todos los modelos de desarrollo de sudamérica fueron impuestos desde el exterior -continuó el biólogo-. En Argentina, por ejemplo, es ridículo que todo el país esté montado en Buenos Aires. Con esta expedición queremos mostrar que tenemos que mirar para adentro y dejar de usar soluciones importadas porque tenemos soluciones propias en la cara. Ciudades como Manaos y Portobelo eran gloriosas porque vivían de sus ríos, pero hoy están en ruinas y rodeadas de carreteras".

Es que el continente tiene, según especificaron, 80 mil kilómetros de ríos navegables de los que sólo se utilizan comercialmente 11 mil kilómetros. "No hace falta dinamitar nada ni unir ríos, sólo usar los 69 mil kilómetros de río que no usamos", dijo el especialista.

Pero el Paraná tiene, a diferencia de otros ríos del continente, algunas "características particulares", aseguró De Beaufort. "Este río es la única hidrovía real que existe en Sudamérica, no tuvieron que construirla, sólo dragar un poco. Y esto es lo que hace que los productos argentinos que salen desde aquí sean competitivos, porque si sacaran el cereal por otro lado, la soja asiática y norteamericana los barre. Este cambio de actitud que tuvo Rosario y Argentina hacia sus ríos es un ejemplo para sus países", señaló.

Y lo que más sorprendió al equipo fue "esa sensación de llegar a cualquier lado y sentir que se estaba en su propio país a pesar de que cambiara el paisaje".

Pero claro que ahora no se quedarán quietos. En los próximos meses encararán una nueva expedición para seguir la ruta de las llamadas ballenas jorobadas, una especie que estuvo a punto de extinguirse y que cada año migra desde el mar colombiano a la Antártida. "Se aparean y tienen sus crías en la zona de Colombia y se alimentan en el sur. La idea es seguir su recorrido para poder hacer un corredor de conservación", explicaron.

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Los científicos quisieron demostrar que Sudamérica puede unirse por sus ríos.

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