| sábado, 03 de abril de 2004 | La crueldad del pensamiento Todo ser humano tiene sus raíces en la racionalidad y es a través de ella que se introduce en los espacios del pensamiento con la sensatez y la claridad que aquella le confiere. Han transcurrido siglos y el hombre sigue encolumnándose en un preocupante déficit de su pensamiento. Este va más allá que la escueta definición de que "si pienso...existo", siendo condición natural e insoslayable pensar en el valor inestimable de la vida y en su inviolabilidad, por cualquier medio, a que afecta o pretenda vulnerar la vida de los demás. Consecuentemente, ningún ideal, religión o causa se nutre de la barbarie para fijar posiciones e imponer principios cuya finalidad es el avasallamiento y el despojo de la condición humana. Nadie puede sustraerse a la sinceridad de su pensamiento, aunque sí puede distorsionarlo cuando anida en mentes perversas e irracionales. Lo acontecido en España acentúa la apreciación de déficit del pensamiento; en cuanto se lo utiliza para elaborar atrocidades con delirios inconfesables en el cual el fundamentalismo alimenta la conciencia del horror. El mundo ha sido testigo de seres execrables, en cuya mente sólo tuvieron cabida la crueldad, la morbosidad y el odio. Se constituyeron en verdaderos monstruos humanos cuyo objetivo fue diezmar la vida de millones de inocentes. Y es aquí donde cobra mayor fuerza el concepto de que nadie puede arrogarse el derecho de anticipar, por conducto de la violencia, el destino ineluctable del prójimo. Hoy la historia se repite con nuevos personajes y nuevas modalidades que no difieren de sus afectos devastadores y que profundizan las malformaciones del pensamiento; no obstante, son tan responsables aquellos artífices de atrocidades como quienes las hacen posibles persiguiendo lo más ilusorio de las utopías. Estos alucinantes "triunfadores" de misiones obnubiladas hasta el paroxismo no piensan que más acá o más allá tendrán que liberar una batalla de la que nunca nadie salió ganador.
Mario Torrisi
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