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 sábado, 06 de marzo de 2004

Cómo sobrevivir en la hoguera de las vanidades

Rodolfo Bella / La Capital

La muerte de Juan Castro volvió a mostrar la peor cara de una parte de la televisión. Los demonios salieron a la luz: la droga, la homosexualidad, el sida, la violencia, todo eso de lo que sólo se habla cuando se persigue capturar a la audiencia.

El costado morboso de la humanidad fue siempre una incógnita que intentó responderse desde distintos enfoques. La muerte de Castro no fue la excepción. Algunos programas dedicaron los tres días de agonía del conductor a satisfacer ese deseo y buscaron las razones por las cuales en un momento cayó o se arrojó por la ventana, algo de lo cual, en última instancia, deberá ocuparse la Justicia.

Mientras estuvo en coma, las hipótesis fueron de lo más variadas. Opinaron médicos legistas, psiquiatras, toxicólogos. Faltó un chamán o un médium, aunque seguramente a algún productor apremiado por el rating se le ocurrió convocarlo.

Castro comenzó a construir su carrera en los medios de comunicación a los 15 años. Sólo 18 años más tarde cargaba en su trayectoria con algunos programas que quedarán en la historia por su originalidad. "Zoo" y "Kaos" fueron el mejor ejemplo.

En esos ciclos mostró su costado más comprometido socialmente y un universo en las sombras que raramente tenía acceso a la pantalla televisiva. El tratamiento fue objetivo, aún en los casos en los cuales se abordaron diferentes matices de la marginalidad. El mayor mérito fue hacer redituable su trabajo sin ser amarillo ni vulgar, y sin que eso estuviera reñido con el humor.

La diversidad era el lema del programa: desde la contrariedad de los famosos por su condición, hasta los cacerolazos, los chismes de la farándula documentados en detalle con imágenes de archivo, el esoterismo y la historia argentina, la mitología y la cultura popular.

Castro inclusive se mantuvo a flote después de conducir uno de los reality show mas polémicos de la televisión como fue "Confianza ciega", que explotaba morbosamente la fragilidad de la fidelidad.

La muerte, se sabe, dignifica. A partir de las 2.30 de ayer, se acabaron las hipótesis y comenzaron los homenajes recordando qué buen tipo era Castro. Una prudencia que escaseó en las últimas horas de su vida. El tono de la cobertura previa a la muerte fue como mínimo impactante, y también ofensivo, al menos para su familia que amenazó con entablar demandas por violar la intimidad de su hijo. Así que probablemente ahí acabe todo.

Es posible que uno u otro programa que anunció determinada "revelación" haya incrementado algún punto de rating. En algún momento, "Kaos" llegó a superar a "El show de VideoMatch" en las mediciones, una medalla que Castro lucía orgulloso en el pecho porque tenía claras las reglas del juego. Pero cuando le preguntaron por la felicidad que eso suponía, cambió el tono. Su respuesta fue simple y directa: "Hacer 20 puntos está bueno, pero no te cambia la vida".

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