| miércoles, 08 de octubre de 2003 | La enfermedad llegó a las ciudades Pedro saltó el tapial. Entre las malezas del baldío lindero rescató la pelota para continuar el partido de fútbol que jugaba en el fondo de su casa con sus amigos. Días después se sintió afiebrado. "Una gripe", pensó su mamá y le dijo que faltara a la escuela para reponerse. Sin embargo, la fiebre no bajaba, le dolía la cabeza y las encías comenzaron a molestar. A los pocos días aparecieron algunas manchitas en el pecho. El diagnóstico fue preciso: fiebre hemorrágica.
Esta enfermedad, que antes afectaba únicamente a las personas que trabajan el campo amplió su radio de acción y ahora cobra nuevas víctimas en la ciudad.
La doctora Carmen Martearena, jefa del servicio de infectología del Hospital de Niños Víctor J. Vilela, donde se atienden entre dos y tres casos por año, dijo al respecto que cualquier lugar con malezas y ratones "es zona de riesgo".
Martearena dijo a La Capital que "los niños afectados trabajan en verdulerías donde puede haber ratas enfermas o como el caso de un chico que había dormido entre las bolsas de cereal".
Una vez confirmado el diagnóstico, el único tratamiento disponible consiste en la administración de plasma de personas que han padecido esta enfermedad (plasma inmune), el cual, aplicado dentro de los primeros 8 días, reduce la mortalidad del 30 al 40% a menos del 1%. El plasma inmunizado se extrae de donantes que alguna vez estuvieron infectados por el virus Junín. Años atrás este procedimiento se efectuaba únicamente en el instituto de Pergamino, pero a partir del '99 se creó el banco de plasma inmune en el Servicio de Hemoterapia del Hospital Provincial, que provee del tratamiento en forma gratuita a centros públicos y privados del sur santafesino. "Es el único centro para la transfusión de plasma para personas con diagnóstico de fiebre hemorrágica", afirmó el doctor Abelardo Oliva, jefe del mencionado servicio. enviar nota por e-mail | | |