| miércoles, 01 de octubre de 2003 | Granja de la Infancia Tuve la oportunidad de salir de paseo con mi hijo. Elegimos un lugar adecuado a su edad. Con 8 años todos los niños gustan de los espacios verdes, si hay animales mejor y si hay diversión la jornada es completa. La mayoría de los niños tienen gustos semejantes. Los que utilizan una silla de ruedas también. La Granja de la Infancia, de avenida Godoy al 8000 (allí fuimos), se asemeja a un campo de batalla. La suciedad no es del día. La ausencia absoluta de sendas donde poder circular con una silla de ruedas es impensada en los tiempos que corren. No hay rampas. Ni qué hablar cuando mi hijo tuvo necesidad de ir al baño. Imposible acceder a uno. Solo el digno espectáculo que ofrece el conjunto Talindo se salva de la crítica. Me pregunto: ¿en qué quedó el decreto 21891 del Concejo que exigía a las autoridades municipales hacer un relevamiento de las barreras arquitectónicas de la Granja de la Infancia? Demos gracias a nuestros gobernantes por este verdadero monumento a la discriminación.
Mario Buss
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