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 miércoles, 06 de agosto de 2003

Caso descripto como crimen brutal y también como acto de legítima defensa
No liberan al almacenero que mató a un menor de un disparo en la nuca
No se acreditó que la víctima tuviera un arma. Pero dostestigos aseguraron en Tribunales que existió un tiroteo

El comerciante que el mediodía del lunes mató de un disparo en la nuca a un joven de 17 años, que al parecer había intentado robarle a un repartidor frente a su negocio, seguía detenido ayer por orden judicial tras prestar declaración indagatoria en el juzgado a cargo de Osvaldo Barbero. Los resultados de la pesquisa llevan a los investigadores a actuar con cautela: aunque recogieron testimonios que señalan la existencia de un tiroteo iniciado por los ladrones antes del fatal resultado, esperan la aparición de otras pruebas que refuercen la hipótesis de una legítima defensa antes de otorgarle la libertad.

Ayer en cambio, durante una recorrida de este diario por el barrio, varios vecinos sostuvieron que no hubo tiroteo sino que el almacenero mató al menor a sangre fría. Jessica, la mujer del almacenero, prefirió no hacer comentarios. "Nos recomendaron no hablar por ahora", dijo a La Capital por la mañana en Tribunales. Por último, el repartidor y su hija sostuvieron en Tribunales que hubo enfrentamiento y reconocieron al menor muerto como uno de los asaltantes.


Herido de espaldas
Tres cuestiones clave hacían algo más comprometida la situación de Martínez: que no se hallara un arma en manos de la víctima, que solo hubiera un proyectil en la zona del incidente y el hecho de que el joven resultara herido en la nuca, es decir, de espaldas. El almacenero de 35 años declaró ayer en el juzgado de Instrucción Nº 13 pero no recuperó la libertad en forma inmediata, mientras que el juez Osvaldo Barbero caratuló como homicidio el expediente que investiga la muerte de Sebastián Nicolás Grillo, de 17 años.

Según el acta policial, el muchacho fue herido de bala cuando abordó junto a un cómplice al repartidor de productos lácteos Ramón López, de 49 años, en el momento en que había estacionado frente al pequeño almacén de Los Gallegos 580 (a la altura de San Lorenzo al 9300) que atiende Martínez. Al advertir el asalto que sufría en la calle el repartidor, el comerciante salió armado con un revólver calibre 22 y en esas circunstancias baleó al menor, cuyo cuerpo quedó tendido en el pavimento hasta la llegada de una ambulancia.

El repartidor y su hija de 25 años que lo acompañaba en su recorrido, Teresa López, declararon como testigos en la causa y dieron una versión que favorece al comerciante. Ambos refirieron que existió un tiroteo, que Martínez recién disparó en respuesta a la agresión armada de los asaltantes y reconocieron a Gilio como uno de ellos. Aunque desde ese punto de vista el caso podría encuadrarse como un hecho de legítima defensa, los investigadores esperan encontrar otras pruebas que refuercen esa versión.

Uno de los puntos a aclarar es por qué no se encontró un arma en manos del joven herido. Si bien ésta podría haber sido retirada del lugar "por su cómplice o sus familiares", según una fuente judicial, su hallazgo avalaría la versión de los repartidores. Tampoco se secuestraron proyectiles que den cuenta de la existencia de una balacera. Los vecinos dijeron a este diario que escucharon unas seis detonaciones y en el lugar la policía encontró marcas de al menos tres disparos. Pero sólo se encontró un plomo y según la fuente consultada sería muy difícil determinar desde qué arma fue percutado.


Torre de Babel
Los testimonios sobre lo que pasó son diferentes y aún contradictorios según quien los pronuncia. A la tarde este diario volvió al barrio y no encontró a la familia de Martínez. Varios vecinos del almacenero negaron que el chico haya participado del robo al repartidor. Y aseguraron que el comerciante literalmente fusiló al muchacho "porque no le gustaba la cara".

Los habitantes del barrio Solidaridad recordaron la afición de Martínez al uso de armas desde que llegó a la barriada hace un año. "Es normal que el Gordo Julián tire tiros al aire o contra los sapos de la zanja los días de lluvia", sostuvo un hombre con la cabeza cubierta con un gorro con los colores de Central.

Otro vecino que estaba a su lado señaló que "son frecuentes" las visitas de agentes del Comando Radioeléctrico a la granja de Los Gallegos 580. Este hombre fue más allá y aseguró que "no existió" el robo. "Acá sabemos quiénes son los ladrones, pero este chico no tenía nada que ver y (Martínez) le tiró a matar porque no le gustó la cara".

Sebastián tenía ocho hermanos y se dedicaba a cirujear según explicó la madre, Norma Ruiz Díaz, en su casa de pasaje Muiño al 9900, en Fisherton. Ayer la mujer le dijo a La Capital que el chico no tenía antecedentes penales aunque la Unidad Regional II informó lo contrario. Después recordó el episodio en el que murió Sebastián. Curiosamente el joven murió en el barrio del que se había mudado hace algunos años.

Después la mujer pudo reconstruir el suceso a partir de algunos testimonios. "Mi hijo pasaba con la bicicleta y volvía a mi casa. Este hombre salió a los tiros y un balazo le dio en la nuca. El no fue a robar. Lo mató como un animal porque creyó que era uno de los ladrones", explicó la madre de Sebastián, que sobrevive con un plan de Jefes y Jefas de Hogar Desocupados desde que falleció su esposo.

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La madre del chico que murió el lunes.

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