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 miércoles, 06 de agosto de 2003

Editorial
Cumpleaños inadvertido

Aunque haya experimentado progresos en tal sentido durante el transcurso de las últimas dos décadas, Rosario todavía está en deuda consigo misma en lo que atañe al conocimiento y valoración de su propia historia. Al respecto, resultó inevitable que despertara curiosidad la escasa repercusión que se le confirió desde los niveles oficiales al centésimo quincuagésimo primer aniversario de su declaración como ciudad, ocurrido cuando a instancias del general Justo José de Urquiza el gobernador Domingo Crespo promulgó la norma que así la acreditaba.

Y no fue posible menos que hacerse una pregunta porque el año pasado la actitud se presentó como diametralmente opuesta. En aquel entonces, una batería de actos rememoró la fecha: desde el desfile de las colectividades por las calles del centro hasta la inauguración del Distrito Sur, caminatas por los barrios, funciones de música, exhibición de murales e inauguraciones de muestras en los museos y hasta una multitudinaria jornada popular en el parque Urquiza, todo se erigió en razón valedera para celebrar una fecha trascendente para quienes hoy habitan en la antigua Villa del Rosario. Ayer, el olvido llegó a tales niveles que ni un solo representante del gobierno provincial se hizo presente en el acto.

Y no es que desde esta columna se intente alentar la pompa vacía de contenido. Por el contrario, lo que se trata de decir es que una de las tareas clave que Rosario debe encarar para plasmar su definitivo despegue no integra el plano de lo material sino que pertenece a un terreno que cabría definir como cultural y hasta espiritual: simplemente, reforzar su autoestima.

Por cierto que no constituye, esta, una tarea sencilla. Es que una identidad propia fuerte no se construye de la noche a la mañana. Lleva largo tiempo consolidarla, sobre todo cuando la proximidad con la omnipotente Buenos Aires y la conflictiva relación con la capital de la provincia diluyen, uno tras otro, todos los intentos.

Es por ello que desde las esferas oficiales -básicamente, desde la municipal- deben generarse o estimularse iniciativas que contribuyan a generar en la ciudadanía el conocimiento y la adhesión por su paisaje, historia y cultura. Y en tal sentido, la fecha de ayer debe ser observada como una oportunidad perdida.

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