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 domingo, 06 de julio de 2003

Entrevista. El economista dudó de que el gobierno quiera firmar un acuerdo a 3 años
Broda: "Un acuerdo de mediano plazo es lo mejor para dejar de ser un paria financiero"
Estimó que con un crecimiento del 3% Argentina tardará 13 años en volver a los ingresos del 98

Marcos Cicchirillo / La Capital

El economista Miguel Angel Broda, uno de los hombres más escuchados por el establishment financiero local, consideró que el gobierno de Néstor Kirchner pretender mostrarse en economía como "antagonista" al modelo de los 90, aunque lo "único que hemos visto es la demora por 90 días del ajuste de tarifas y un programa antievasión", en materia económica en el primer mes de la nueva gestión presidencial.

El analista, en una entrevista con La Capital durante su visita de la semana pasada a Rosario, estimó que Argentina debería alcanzar en las negociaciones con el Fondo Monetario Internacional (FMI) un acuerdo de mediano plazo para dejar de ser un "paria financiero para el mundo", pero interpreta que en el gobierno prefiere prorrogar el actual programa hasta finalizar el estado electoral que atraviesa el país, ya que algunas medidas son "impopulares".

-¿Qué balance hace del primer mes de gestión de Kirchner?

-El presidente se centró en construir poder, dado el supuesto de debilidad inicial, demorando en el tiempo la agenda económica, así las cosas la agenda económica del presidente está por verse. Básicamente lo único que hemos visto es la demora por 90 días del ajuste de tarifas y un programa antievasión.

-¿Cuál es su opinión sobre la visita del FMI a la Argentina?

-Creo que el director gerente, Horst Köhler, vino a mejorar un poco la imagen que se tiene de él. Además el FMI y el resto del mundo consideran que ahora, con un presidente constitucional con cuatro años y medio por delante, es el momento de Argentina para atacar las reformas estructurales. El Fondo Monetario tratará de acordar un programa de mediano plazo por tres años, que llevaría a definirse en los problemas clave que tiene hoy el país, y cómo lo hará. Pero no creo que el gobierno por el momento tenga demasiada voluntad en un acuerdo de mediano plazo. Estoy seguro que en los próximos dos meses tendremos negociaciones, que a mi juicio, nos llevarán a un programa de mediano plazo, que claramente es lo mejor para dejar de ser un paria financiero en el mundo.

-¿No considera que finalmente se llegue a otro acuerdo por otros seis meses?

-No tenemos excusas de ir a un programa o una renovación excepcional. De todas formas, si hay dificultades para alcanzar un acuerdo de mediano plazo, puede ser que haya un roll over de las obligaciones con el FMI de manera más o menos explícita. Pero ningún país en estas circunstancias -llevamos 18 meses en un default hostil- pasa tanto tiempo sin tratar de decirle al mundo "no tengo dinero para pagar, pero voy a reestructurar de alguna manera la deuda y si me dan tiempo, plazos y tasas de interés más bajas voy a cumplir". El problema es que la estrategia de construcción del presidente implica, con el programa electoral que tiene la Argentina, que muchas de las cosas que deben hacerse pueden lucir inicialmente impopulares. Por eso no hay seguridad de que se llegue a un acuerdo a mediano plazo antes del 31 de agosto.

-¿Cómo incide esto en los inversores?

-Tanto el inversor externo como interno no tiene planes de inversión. Argentina hoy es un conjunto de incertidumbres que afecta claramente los deseos de invertir. Todavía tenemos inversión neta negativa y nos estamos consumiendo stock de capital. Por eso hay que ir hacia un proceso de normalización, con un horizonte fiscal más o menos sostenible para entrar en un mundo que hoy tiene una gran ventaja: los países centrales con tal de prevenir una deflación están haciendo políticas monetarias muy expansivas que implican tasas de casi cero.

-¿Cuál es su opinión sobre los controles dispuestos a los capitales denominados golondrinas?

-Es una muestra de que estamos en manos de un equipo económico que cree que los principales errores de política económica se dieron en momentos de euforia en la entrada de capital y por eso apuntan a evitarla. En un país arrasado, con esta pobreza, casi indigencia, da la sensación de que pragmáticamente tendríamos que estar hambrientos, sedientos por cualquier capital más que poner trabas al ingreso.

-¿No considera que puede repetirse lo que pasó en la primera etapa de Cavallo, donde después de la apertura indiscriminada a los capitales la Argentina sintió de lleno el Tequila, teniendo en cuenta la fragilidad de Brasil?

-Sin dudas. Hay algunos países que establecieron controles a los capitales y les fue bien en alguna época de su historia, como Chile, pero nosotros estamos en un estado de necesidad. Es como decir "tenemos hambre y resulta que carne de vaca no comemos". El objetivo primario de la política económica debería ser atraer inversiones y aprovechar la situación internacional para recuperar rápidamente lo perdido. Con tasas de crecimiento mediocres, de 3%, 3,5%, sólo recuperaremos el ingreso per cápita que teníamos en el 98 en el 2011. ¿Vamos a perder 13 ó 14 años para volver a donde estábamos?

-Sin embargo, los liberales locales, que siempre pregonan seguir el modelo chileno, dicen ahora que este punto no hay tenerlo en cuenta. El propio Financial Times reconoció semanas atrás en una editorial que, aunque no les cerrara ecuación, los controles fueron positivos. ¿Cuál es su opinión?

-Los controles de capitales en Chile tampoco fueron muchos, pero claramente uno puede entender que evita supereuforias.

-Además, los controles dispuestos por el gobierno tampoco son tan estrictos dado que se permiten un sinnúmero de operaciones, incluida la triangulación de ADRs por ejemplo.

-Es cierto que tampoco la medida generó un cambió de blanco a negro. Es una acción que ha sido lavada, permite la repatriación de capitales argentinos y su salida después, entre otras cosas.

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Miguel Broda criticó las trabas a los capitales.

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