Año CXXXVI
 Nº 49.875
Rosario,
martes  17 de
junio de 2003
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Historias de rebeliones

No es la primera vez que las crónicas policiales han debido reflejar puebladas de hombres y mujeres que, en distintos puntos del país, salen a las calles de sus ciudades o de sus barrios para unirse en un desesperado grito de ¡basta! y un angustioso reclamo de justicia.
* El 6 de noviembre de 1999, unos dos mil pobladores de Hughes, a 160 kilómetros al sur de Rosario, salieron a las calles para pedir justicia por la muerte de Estefanía Aguzzi, una nena de 7 años de quien en un primer momento se sospechó había sido víctima de maltratos físicos propinados por sus padres. La gente rompió las ventanas de la vivienda y dejó reflejado en pintadas su deseo de justicia. Sin embargo, el tiempo y la investigación judicial echarían por tierra el reclamo de los pobladores al comprobarse que la pequeña había sido víctima de una enfermedad congénita.
* El 29 de diciembre de 2001, un centenar de vecinos del barrio porteño de Floresta atacaron a piedrazos la comisaría del lugar y fueron reprimidos por efectivos de la Guardia de Infantería. La gente se había congregado allí después de que el policía retirado Juan de Dios Velaztiqui asesinara a balazos a los jóvenes Maximiliano Tasca, Adrián Matassa y Cristián Gómez en el minimarket de una estación de servicios en el cual miraban por televisión como un grupo de manifestantes atacaba a un policía en los días posteriores a las manifestaciones que terminaron con el gobierno de Fernando De la Rúa.
* El 12 de agosto de 2002 y tras una angustiosa espera de 39 días, fue hallado en una tosquera el cuerpo sin vida de Diego Peralta, un chico de 17 años que había sido secuestrado cuando iba al colegio en el partido bonaerense de Quilmes y por el cual su familia había pagado el rescate pedido. El hecho desató la furia de los vecinos que incendiaron la comisaría de la localidad de El Jagüel y quemaron un par de móviles. La acción fue respondida por los policías con balas de goma y gases lacrimógenos mientras la gente gritaba "no queremos más policía corruptos", a partir de las sospechas de que hombres de la fuerza estuvieran implicados en el episodio.


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