La Plata (enviado especial).- Se preveía un partido de fútbol. Se produjo un encuentro de rugby. Pero también fue paupérrimo. Es que la pelota voló de un lado a otro sin destino cierto. Los jugadores chocaron con los rivales y también con su propia impotencia. Y el piso de la cancha de 1 y 57 estaba más para jugar al hoyo que para desarrollar un compromiso de primera división. Por eso el empate sin goles fue tan previsible como la derrota que padeció la gente que padeció el intenso frío y resignó una tarde de domingo.
Es que Central no pudo. Y Estudiantes no lo dejó. Los canallas no supieron quebrar el implacable sistema de obstrucción que planteó Carlos Bilardo, a la sazón lo único que pueden desarrollar sus muchachos, quienes exhibieron una asombrosa y alarmante gama de limitaciones.
El conjunto de Russo enseguida se encontró con dos escollos insalvables para poner en práctica el juego ensayado durante la semana. El primero tuvo que ver con la férrea presión que ejercieron todos los jugadores de Estudiantes, sí, todos, porque cuando por casualidad la pelota caía en los pies de un futbolista auriazul inmediatamente dos o tres rivales lo rodeaban para socavarle la posesión del balón y también las piernas.
El segundo problema estuvo dado por el lamentable estado del piso, pésimo a lo largo y a lo ancho, aspecto que le impidió a los centralistas jugar la pelota por abajo, razón por la que terminaron haciendo lo de Estudiantes, tirando pelotazos a diestra y siniestra apelando al azar de que algún envío fuera conectado dentro del área.
Tan patético fue el trámite del cotejo que Central recién a los 63 minutos pudo hilvanar una jugada a cuatro toques, toda una maravilla para los dirigidos por el Narigón.
No obstante esta vorágine de lanzamientos de misiles tierra-aire, se produjeron algunas situaciones que amenazaron al aburrimiento reinante. Claro que sólo fueron tres y las mismas fueron consecutivas en un corto tiempo de la etapa inicial.
A los 32 minutos, Daniel Díaz, quien por su riqueza técnica disimula bastante bien su improvisada función de lateral izquierdo, se proyectó por su costado y tras eludir a Angeleri entró en diagonal al área local, y en el metro final y con el último suspiro le pegó al primer palo, pero Docabo llegó justo a tiempo para sacar la pelota al córner.
De ese tiro de esquina llegó la segunda emoción, todo un botín en medio de tanta pobreza. Delgado tocó cortito para Barros Schelotto y el Mellizo lanzó un centro que Pavone cabeceó para atrás y el balón pegó en el travesaño para seguir el viaje hasta atrás del arco.
Tres minutos más tarde fue el turno de Estudiantes. Talamonti le cometió una infracción a Pavone casi sobre la línea del área grande y Pompei ejecutó el tiro libre, que fue devuelto por la parte inferior del caño izquierdo de Gaona. Y nada más. Aunque demasiado por lo visto.
Porque el complemento fue aún peor. Más impresentable que el primero. Porque Central siguió sin poder quebrar el cerrojo local y porque Estudiantes es un alma en pena.
Está claro que por mayor capacidad futbolística Central es el más demandado, aunque el punto conseguido le permite seguir sumando, y cuando de luchas cerradas se trata, esto no es poco.
Síntesis
Estudiantes 0: \Docabo 5, Angeleri 5, Colotto 5, Cáceres 5, Krupoviesa 4, Gelabert 5, Zapata 5, Carrusca 4, Pompei 5 (70’ Aquino), Pavone 5 (68’ Lugüercio) 4, Maggiolo 4. Suplentes: Tauber, Pajuelo y Cardozo. Técnico: Carlos Bilardo.
\Central 0: \Gaona 5, Ferrari 4, Carbonari 5, Talamonti 5, D. Díaz 5, Messera 4, Quinteros 5, Barros Schelotto 4, P. Sánchez 5 (87’ Leonforte), Delgado 4, Figueroa 4. Suplentes: Castellano, Papa, Pino y Mandra. Técnico: Miguel Russo.
\Cancha: Estudiantes. Arbitro: Roberto Ruscio 3. Amonestados: Angeleri (E); Ferrari, Talamonti, Díaz, Quinteros, Barros Schelotto y Delgado (RC).