Huda Majeed Saleh
Bagdad.- Perder un partido de fútbol puede significar la pérdida de un campeonato, el puesto de trabajo de un técnico, también destroza los sueños de los hinchas, pero en el Irak de Saddam Hussein podía costar mucho más. Con Uday, el mayor de los hijos de quien gobernó Irak con mano de hierro durante 24 años hasta su derrocamiento, perder en la cancha podía significar cárcel, golpes y hasta hambre. "Solíamos jugar bajo una gran presión psicológica, porque perder el partido implicaba castigo", cuenta Samir Kazim, delantero que jugó para el equipo nacional de Irak entre 1988-99. "Después de cada partido, un asistente contaba todos los errores de cada jugador, y cada error significaba un latigazo, que más adelante fue aumentado a dos", narró Kazim, de 38 años. Añadió que Uday encarceló una vez al equipo juvenil entero en una granja a las afueras de Bagdad durante toda una semana sin comida ni agua. "Después de cuatro días, todo el equipo enfermó porque fueron forzados a beber agua contaminada con basura y a comer comida de animales". "Uday se vio obligado después a sacarlos de la granja porque un médico le advirtió de que podía desatar una epidemia", relató Kazim. Ex atletas iraquíes que abandonaron el país y están tratando de probar que Uday torturó y mató a deportistas que perdían una competición dijeron el mes pasado que temían que se hayan destruido las pruebas tras los bombardeos al Comité Olímpico Nacional de Irak, comandado por Uday. Algunos han dicho que 52 atletas fueron asesinados por orden de Uday y otros miembros del clan de Saddam Hussein. Uday era considerado como el heredero del presidente iraquí, hasta que fue herido en un ataque con arma de fuego en 1996. Su padre le puso a cargo del Comité Olímpico y la Federación de Fútbol en 1984, en medio de la guerra con Irán, para que el éxito deportivo levantara la moral de su pueblo. Sin embargo, Uday no sólo castigaba a sus jugadores por sus errores en el campo. Una vez azotó a sus jugadores por haber comprado aparatos eléctricos en el pueblo kurdo de Duhouk. "Fui azotado 32 veces en la planta de los pies junto a otros 15 compañeros de mi equipo por haber traído aparatos eléctricos de Duhouk, donde jugamos un partido", señaló Kazim. Kazim dice que vivirá con miedo hasta que se sepa dónde están Saddam Hussein y sus hijos. "Hace una semana, una cadena estadounidense me entrevistó, pero yo les pedí que no emitan mi entrevista porque temo que Uday pueda verla desde su escondite", dijo. (Reuters)
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