Sergio Faletto / La Capital
Con el resultado puesto todo es más fácil. Las distintas opiniones buscan una explicación a la derrota de Central. Y se suceden como verdades reveladas. La mayoría con cuestionamientos implícitos que previo al encuentro jamás aparecieron. Es más, todo lo contrario, por ese entonces el exitismo sólo fabricaba ilusiones. Pero el resultado trocó el pensamiento. Y se escuchó casi hasta el hartazgo la sentencia de que tal jugador no podía seguir en el equipo. Que si Russo hubiera jugado con línea de cuatro otro hubiera sido el final. Que se debió salir a atacar con mayor determinación. Que el DT es responsable por su planteo conservador. Que hay futbolistas que no tuvieron coraje. Y así un sinnúmero de argumentos impregnados por la pasión que los acerca a la pelota pero que los aleja del equilibrio. Es probable que las diferentes evaluaciones puedan tener verdades parciales, pero resulta injusto ajusticiar de manera tan determinante al mismo equipo que generó una multitudinaria expectativa antes del partido. Porque los jugadores que perdieron sin atenuantes frente a River, son los mismos que hasta ahora acumularon 18 puntos y mantienen viva la ilusión de mantener la categoría. Como así recordar que la categoría está en riesgo por responsabilidad de otros nombres. Y de otros ciclos. Está claro que Central no sólo perdió porque River fue muy superior sino también porque el conjunto de Russo jugó mal. Esto es indiscutible. Pero también es irrefutable que la diferencia de jerarquía entre uno y otro equipo hoy es insalvable. Y otro resultado hubiese sido factible sólo si los millonarios hubieran jugado muy por debajo de su nivel. Entonces, buscar una explicación a la derrota auriazul sin asumir las limitaciones futbolísticas del plantel canalla y sin considerar el potencial de River es un error original que derivará en una conclusión equivocada. Es que el mayor yerro que cometen hoy los centralistas es intentar evaluar lo que sucedió el domingo sin despojarse de la sobrevaloración que hicieron oportunamente de su equipo, porque hasta hace muy poco muchos eran los que hablaban de la obtención del título olvidándose casi irresponsablemente de la lucha por el promedio. River ubicó a Central en su justa dimensión. Los canallas ahora tienen en claro cuál es su objetivo. La fantasía quedó atrás. Y aunque a los hinchas les duela, es lo que hay.
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