La ex empresa metalúrgica Fader abrirá sus puertas pasado mañana y dará así un paso adelante hacia su reactivación. Es que los ex empleados que conforman una cooperativa; la secretaria de la jueza santafesina que tiene a su cargo la quiebra, Mirta Malfante; un oficial de justicia rosarino y el síndico del proceso de la quiebra harán un relevamiento de la maquinaria existente a fin de ajustar un proyecto productivo sustentable. "Volvemos a pensar en la esperanza", afirmaron ayer la presidenta de la cooperativa, Alicia Belardinenni, y el tesorero, Víctor Hugo Aranda.
Los trabajadores y las autoridades judiciales ingresarán junto con expertos de la Facultad de Ingeniería de la Universidad Nacional de Rosario (UNR), quienes se comprometieron a sumarse al estudio que determinará las posibilidades productivas a llevar adelante con la maquinaria existente.
Junto a los profesionales universitarios también estarán presentes ingenieros que manejaron, en su momento, el funcionamiento de la producción en la empresa.
Pero este no va a ser el único apoyo que tendrán los ex empleados, ya que los directivos de la fábrica de tractores Zanello, de Las Varillas (Córdoba), que también funciona de modo cooperativo, les brindarán su apoyo a la hora de reparar o reponer maquinaria y lograr que el proceso productivo comience a operar.
Después de varios años, los ex empleados de Fader lograron que la jueza santafesina escuche sus reclamos y se disponga a evaluar el proyecto que presentarán para que la firma reabra sus puertas. "Hay muchas formas para que se nos autorice a trabajar", señaló Aranda, aunque agregó que la resolución final la tomará Malfante.
Por ahora los ex operarios son cuidadosos y van paso a paso, pero no olvidan su realidad. "Para nosotros los tiempos corren, ya que no podemos hacer frente a las obligaciones diarias con nuestras familias", explicó Aranda, quien fuera en su momento jefe de personal de la planta, e incluso apoderado de la firma.
Para Belardinenni la situación es similar. Ella y su marido trabajaron en Fader durante más de 30 años, incluso viven en las inmediaciones del inmueble. Desde que la firma metalúrgica cerró nunca más volvieron a tener empleo formal. "Estamos muy contentos ahora, creemos que en un breve lapso podremos volver al trabajo", señaló la mujer.
Así las cosas, si la jueza da lugar al proyecto que presentará la cooperativa, de modo inmediato podrían absorber a más de 140 trabajadores. "Esa cifra de modo directo, pero hay que tener en cuenta que otras empresas también aumentarían la producción, ya que es toda una cadena", explicó Aranda.
En rigor, las perspectivas de trabajo de la firma son ciertas, ya que es única en su tipo en la Argentina. "No hay otra empresa que fabrique motocompresores de refrigeración, nosotros podemos proveer a las fábricas de heladeras, de aires acondicionados e incluso hay un proyecto para hacer también los aires de automotores", afirmó Aranda.
Si la cooperativa de ex trabajadores gana la pulseada en la Justicia, Fader engrosaría la lista de empresas dirigidas por sus empleados. Ya están funcionando con éxito la fábrica de pastas Mil Hojas, la metalúrgica Herramientas Unión, la ex carrocera DIC, el ex supermercado Tigre y la cooperativa de remises Clase A y el bar de la terminal de ómnibus La Lechería.
Cinco años cerrada
Fader cerró sus puertas en el 98 y nunca más reabrió. Allí comenzó un largo proceso legal de quiebra. En ese marco, tanto la planta rosarina con sede en Ovidio Lagos al 4600 como las instalaciones de Sauce Viejo, cercanas a la capital santafesina, tuvieron fecha de remate.
Los trabajadores lograron que el inmueble y gran cantidad de la maquinaria instalada en la zona sur de Rosario no fueran a remate; sin embargo, no pudieron impedir la subasta de más de 400 lotes de herramientas que se llevó a cabo hace más de un mes en Santa Fe. "Se liquidó todo a precios irrisorios, es increíble", comentó Aranda.
Tan irrisorio como los montos que cobraron los empleados por indemnizaciones. Por ejemplo, el propio Aranda es acreedor de una deuda laboral que superaba los 23 mil pesos, de los que cobró algo más de mil. Y esos casos se repiten por cientos, por lo que los trabajadores quedaron literalmente en la calle sin la posibilidad de poder lograr un modo de vida a partir de cobrar los importes que les correspondía. Ahora quieren volver.