El amanecer dominguero del plantel de Central fue al mediodía. Era lógico, después del triunfo del sábado por la noche ante Nacional y la posterior cena ya entrando la madrugada de ayer, nadie podía pretender que el domingo los jugadores estuvieran al pie de la cama bien tempranito. Mucho menos si el único turno de entrenamiento previsto era por la tarde. Ni siquiera el invulnerable profesor Cinquetti, modelador físico del grupo, se animó a madrugar en la jornada. Se quedó haciendo fiaca un rato en su habitación y a eso de las diez y pico se llevó a Petaco Carbonari hasta el Parque Ferrando (un espacio verde muy conocido por estos lados) para que el defensor encuentre la puesta a punto lo más rápido posible. El resto le hizo caso a la creencia de que el domingo se hizo para descansar. Y como los muchachos de Central son muy creyentes la mayoría se levantó recién a las 12, hora en que las autoridades del hotel donde se hospeda la delegación tenían la orden de llamarlos en caso de que no se despertaran. Pero como en todos los planteles siempre hay alguno o algunos que se cansan de dormir tanto, el operativo happy hours (horas felices) tuvo sus representantes antes de la hora señalada. Por ejemplo la banda de los más jóvenes, llámese Talamonti, Papa, Ferrari y Figueroa, bajaron al mismo tiempo y de acuerdo a las preguntas que le hicieron a la recepcionista el plan que tenían en mente era darse una vuelta por la feria artesanal. Otros como Russo y Gottardi se fueron a recorrer el barrio histórico y la muralla, y los más experimentados recién se hicieron ver un instante antes de sentarse a almorzar. El abanderado de esta legión fue el Mellizo, quien se asomó por la puerta del hall con ojos de almohada y se le acercó a Vitamina y Messera para preguntarles a qué hora se comía. Para cuando Gustavo tuvo la respuesta, el grueso del grupo ya estaba sentado en los sillones del hotel esperando que el profe Cinquetti dijera vamos hacia el restorán céntrico donde habitualmente almuerzan.
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