 | Sentado en el patio de la cabaña, tenía la mirada perdida en el firmamento, en las miles y miles de estrellas que desde las alturas de La Cumbrecita se observaban con una nitidez asombrosa. La Vía Láctea, ese cordón blancuzco y difuso formado por desconocidos mundos, se estampaba sobre el telón oscuro del cielo e invitaba a todas las reflexiones y preguntas que aquel turista se hacía en ese momento. Pero era inútil, no encontró, por más que se afanó en ello, respuestas ante tanto mist... |