Tres payasos de nariz roja y pantalones muy anchos irrumpen todos los lunes en los pasillos del porteño Hospital Clínicas José de San Martín y se meten en las salas de pediatría de terapia intensiva e internación, para regalarles a los niños funciones de teatro gratuitas que, a pesar de ser muy breves, les devuelven la sonrisa.
"Muy buenos días mis queridos niños, niños más pequeños y niños más grandes. Vengo a presentarles un artículo directamente traído de Taiwan: el payamédico imitador". El que sale a escena es el cirujano Pablo Parcansky, uno de los integrantes de Los Rivas, movimiento integrado por profesionales de la salud que hace 4 años se gestó en el Hospital Bernardino Rivadavia y hoy suma elencos en el Udaondo, el Clínicas y la Facultad de Medicina de la UBA.
Parcansky recorre una de las salas de espera del departamento de pediatría y consigue distraer la atención de niños y adultos que hasta el momento dividían la mirada entre los dibujos animados del televisor y el reloj.
El "payamédico imitador" es una estudiante de medicina, Valeria Fernández, que rápidamente se transforma en abeja, perro, elefante o sapo, según cual sea la tarjeta que saquen los niños del público de una caja de cartón blanco que circula por la platea.
La mamá de una nena de pecas, Rosa, muestra la figura de un caballo y entre relinchos, Valeria da vueltas por la sala y se lleva de paseo a más de un nene que se le cuelga de la espalda. Desde el consultorio, las enfermeras llaman a los pacientes que esperan, ahora, con menos impaciencia.
"Este hospital era muy solemne", repite una de las médicas del servicio de psicología y psicopatología infantil del Clínicas, Andrea Romero, alegre en voz alta porque los payamédicos (mitad payasos, mitad médicos) empezaron las visitas hace más de dos meses y planean continuarlas por mucho tiempo más.
Experiencias exitosas
Romero investigó arduamente sobre arte y salud y con otra médica del Clínicas, María Cristina Jorrat, contactaron vía correo electrónico asociaciones de payasos que trabajan en hospitales de Brasil, España, Colombia, Canadá, Suiza y Estados Unidos, donde el fenómeno exhibe años de experiencias exitosas.
Un colega en común las contactó con el psiquiatra José Pellucchi, impulsor de Los Rivas, y empezaron las gestiones para que las autoridades del Clínicas -los jefes del servicio de psicología, Lucía Agnese, y del departamento de pediatría, Carlos Cambiano- les abran las puertas al teatro.
"La realidad de un niño de hospital es traumática, de mucha soledad, de dolor -describió María Cristina- y en este contexto, los payasos estimulan el ánimo y mejoran la calidad humana de la internación de los chicos, de los adultos que los acompañan y del personal médico".
Las funciones que presenta Pellucchi y su compañía son gratuitas. Los artistas -en su mayoría profesionales de distintas especialidades y estudiantes secundarios y universitarios- trabajan en forma voluntaria, convencidos de que que no hay una única manera de recuperar la salud.
El paciente es el espectador privilegiado de los payamédicos, que en cada puesta proponen juegos interactivos para que los niños se sumen a la escena y, de alguna manera, llenen el vacío que implica una internación que en ocasiones dura meses, en una cama aislada, con la vista fija en un techo que en los hospitales públicos suele estar descascarado \La otra cara de Los Rivas es la prevención. Las primeras obras que estrenó el elenco original -que también recorre escuelas estatales- son Cuidame, Cuidate y Miss Vacun, dos guiones que alertan sobre el sida y promueven las campañas de vacunación.
"En la antigua China a los médicos se les pagaba por la cantidad de personas sanas que había en la comunidad -comentó Pellucchi-; hoy, lo primero que te enseñan en en la Facultad de Medicina es a luchar contra la enfermedad, cuando lo que habría que enseñar es a defender la salud". (Télam)
La Ciudad
