Mientras Talleres estuvo maniatado por el juego de Central, la actuación defensiva del equipo, el sector más retocado por Menotti para este partido, no tuvo fisuras. Pero el agujero negro apareció después. Cuando Central dejó de ser el protagonista del juego para compartirlo con los cordobeses, cada estiletazo del equipo de Batista fue un demo de la realidad defensiva auriazul. Esta vez el equipo de Menotti no tiró el suicida fuera de juego como sucedió ante Arsenal, pero dejó enormes huecos en los costados por los que trabajaron Bustos y generalmente La Paglia, que terminaron perforando a la última zona y transformando a Castellano en figura. Un error de Daniel Díaz -cerró para adentro y perdió la pelota- les permitió a los visitantes ponerse en ventaja. Pero más allá de esa contingencia, el defensor más importante de Central estuvo expuesto durante los noventa minutos a una situación de riesgo que tuvo su punto culminante promediando el segundo tiempo cuando el catamarqueño empezó a renquear tras una jugada en la puerta del área. Después, el zaguero se encargaría de explicar que fue un planchazo y que ese inconveniente no tuvo nada que ver con el desgarro que lo marginó durante dos fechas del torneo oficial. En este punto debe reconocerse que la apuesta del entrenador fue riesgosa, pero que sabía perfectamente hasta donde podía tirar de la cuerda. Lo mismo corre para el debutante Maidana, quien en ningún momento mostró síntomas de dolor por la distensión de ligamentos de su rodilla. Todo parece muy cuesta arriba, en el aspecto defensivo, pensando en lo que vendrá. Independiente es el equipo más contundente del torneo. De antemano, ese parece un antecedente demoledor para la suerte del próximo resultado. Pero es apenas una presunción.
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