Federico Arias vivió una noche atípica, de sensaciones extrañas, porque fue la primera vez que debió enfrentar al equipo de sus amores, en el en el que creció. Por eso antes de sentarse en el banco visitante saludó a Menotti y a todos sus ex compañeros. Pero el profesionalismo del Torpedo le permitió alcanzar una buena actuación, al punto de ser determinante para que Vélez llegue a la igualdad. Claro que fiel a su sentimiento, Arias luego de comprobar que su centro derivó en el gol de Valdemarín, giró sobre sus pies y regresó con los brazos caídos y cabeza gacha a la mitad de la cancha mientras sus compañeros se agrupaban cerca del arco canalla a festejar el tanto de la igualdad. Minutos después el Torpedo sacó un violento remate desde 30 metros que rozó el caño derecho de Castellano.
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