Alejandro Cachari / Ovación
Ni tanto ni tan poco. Ni héroe, ni villano. Más allá de que el resultado perturbe cualquier análisis medianamente lógico, no debe analizarse el ciclo Bielsa sólo por la pobre actuación de Argentina en la Copa del Mundo. Sería endilgarle, entre otras cosas, una responsabilidad que no le pertenece, o de la que no debe hacerse cargo. Es lo mismo que cuando los padres sugieren que algunos deportistas caídos en desgracia le hicieron mucho daño a sus hijos porque eran sus ídolos. Generalmente, los personajes no eligen ser modelos de nadie a pesar de la exposición pública que siempre los condiciona. Pero sería una crueldad caerle a Bielsa con todo el peso de la frustración de un país que agoniza sometido por la clase política. Ni tanto, ni tan poco. Uno de los amigos de toda la vida de Marcelo estará hoy a la mañana en Ezeiza para darle un abrazo. "Hablé con él antes y después del partido con Inglaterra, pero después no. Para qué lo voy a llamar. Debe estar destruido. Yo estoy como vos, todavía no lo puedo creer", susurra del otro lado de la línea telefónica, mientras confirma lo que ya es vox populi y absolutamente lógico desde el mismo momento del pitazo final del emiratí Ali Bujsaim: "Se va a ir al campo apenas llegue, pero yo no voy a ir hasta allá", se apresura en aclarar para cortar de cuajo el buscado y preciado circuito periodístico que derive en el contacto con el director técnico de la selección nacional. En el mediodía de hoy Marcelo Bielsa se instalará un par de kilómetros adentro, por camino de tierra, entre Máximo Paz y Alcorta, cerca de la Escuela Otil, una escuelita de campo en extinción; como corresponde a un país en ruinas. Ni tanto, ni tan poco. El amigo íntimo de Marcelo se confiesa del otro lado de la línea. "Es increíble, un resultado puede más que un trabajo serio, programado, sin contactos con la corrupción. Ahora es como volver atrás, una involución". Para muestra basta un botón de deleznable origen. Una de las primeras sentencias del inefable Fernando Niembro tras el empate ante Suecia fue que "Bielsa no está para el Barcelona, está para volver a Newell's". Bienvenido sea dirían los rojinegros, pero la afrenta, que también mancha a la entidad rojinegra, es justamente un mazazo en el piso que Marcelo no merece. Se insiste. Ni tanto, ni tan poco. Rafael Bielsa le dijo a Chiche Gelblung por Radio 10 el miércoles a la tardecita que era un "fracaso. No hay que tenerle miedo a la palabra fracaso", sentenció el hermano mayor de Marcelo (ver aparte). La continuidad parece improbable más allá de la franela de Julio Humberto Grondona. "Esta conducción acostumbra a aceptar lo que el entrenador decida", dijo el Capo apelando a la política de grises que lo caracteriza. Desde aquí se intuye que Marcelo le dirá adiós a la selección. Con una salvedad. Si la eliminación tuvo razones extrafutbolísticas, es probable que Bielsa no se resigne a entregarse mansamente a una eliminación en primera ronda. Sólo él sabe los eslabones valiosos e irrecuperables que se rompen cuando se asume un cargo de semejante envergadura. Se puede ser Dios, se puede perder casi todo.
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