Marta Traba -detalla Verlichak- escribió siete novelas, un libro de poesía y dos de cuentos. Publicó 22 volúmenes de crítica e historia del arte y más de 1.200 textos periodísticos y ensayos que giran en torno a las artes visuales. Convincente oradora, dictó cursos regulares y seminarios de historia del arte en más de 25 universidades del continente. Fundó un museo y una revista en Colombia. Abrió una galería y una librería. Fue conductora de programas de historia del arte por radio y televisión, tanto al principio -a mediados de la década del 50- como al fin de su fecunda carrera en 1983. En su madurez profesional, centró su combate contra lo que denominó "la mirada espontánea" en América latina, una actitud que tildó de "flagelo" porque "diezma nuestros públicos" y cuyo caballito de batalla era el empobrecedor "me gusta" o "no me gusta". En su extensa trayectoria un hecho muestra su personalidad: cuando el influyente Jorge Romero Brest fue echado de la universidad en la época de Perón, se tuvo que dedicar a dar clases y tomó a Traba como secretaria. Poco después ella pasó a ser secretaria de redacción de la revista Ver y Estimar, que dirigía Romero, quien se habría enamorado de la ardorosa escritora. Lo cierto es que con los años a pesar de considerarse discípula no dudó en cuestionar duramente a Romero y hasta llamarlo "Romero Brestia" en las reuniones informales. Si bien le reconocía que "era un infatigable promotor de ideas" y valoraba su profesionalismo ("Nos hizo a todos. Nos corrigió duramente las frivolidades, nos obligó a ver, meditar y juzgar sobre un riguroso proceso racional", decía), lo criticaba porque "las experimentaciones del Di Tella excluían cualquier relación entre la obra, el país y el continente". "Fue durante 10 años el mejor servidor del colonialismo europeo y la penetración norteamericana", remató en una ponencia presentada en mayo de 1973 en la Universidad de Bonn, Alemania.
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