-A lo largo de tu carrera deportiva hubo entrenadores que en mayor o menor medida influyeron en vos. Si tendrías que rescatar algunos de ellos, ¿a quién eligirías? -Esta pregunta sí que es difícil... Te puedo nombrar varias personas que influyeron en mí en distintos planos, no sólo en el deportivo... Si yo tengo que hablar de Horacio Gattarello, por ejemplo, es un hombre que aún hoy me deja mucho. El me va formando como persona, está cerca, es como que me va perfilando y eso me lleva a jugar mejor. Tato (Ricardo Imhoff), también. Desde un comienzo me ayudó mucho como jugador. El me puso de segunda línea ya que yo jugaba de tercera. Cuando se fue Víctor Costa, Tato me pidió que saltara de cuatro, pero no fue sólo eso sino que además me dijo de la forma que tenía que hacerlo para poder ganar muchas pelotas. Y dicho y hecho. A las dos semanas pude comprobar que era como él me decía. -Y empezaste a creerle. -Cuando te dicen cuál es el camino y te das cuenta que es el correcto empezás a confiar en el entrenador. Otro entrenador que no puede dejar de nombrar es José Luis Imhoff. "El siempre confió en mí... siempre que estuvo en algún plantel me llamó. En este caso fue más duro, porque al estar en Los Pumas con un entrenador que es de tu club implica otras cosas". -¿Cómo qué? -Vos tratás de no quedar relacionado con él en el plantel porque, ya de por sí piensan "este es el amigo del entrenador". En un principio fue una relación para mí bastante complicada porque no la podía definir muy bien. Por un lado sentía que a José Luis le tenía que estar agradecido pero por otro no podía estar todo el día diciéndole muchísimas gracias. -¿En qué influyó en vos? -En muchas cosas, en poder enfrentar en el debut esa presión de jugar contra un equipo internacional. A pesar de que no tuve un buen debut él me bancó. Era una época muy jodida. Vos debutabas y estaba todo bien y en una semana se te caía todo y eras el peor del mundo. Ahora no es tan drámatico pero antes sí, de hecho muchos buenos jugadores quedaron destruidos y nunca más volvieron a un buen nivel por esas circunstancias. Yo creo que José nunca me lo hizo ver así y eso me pudo ayudar a no decir que era el peor de todos y seguir tratando de progresar. Eso se lo debo a él. Siempre me filtró esa presión y por ahí también pude durar por eso. -Y ahora como entrenador de los M-18 de Duendes, junto a Gastón Conde, ¿cómo te sentís? -Me falta mucho. Todavía no puedo medir los niveles entre la enseñanza y lo que transmito. Por ahora, me parece, transmito más de lo que enseño y por ahí me desbordo. Trato de ser equilibrado en lo que comunico, porque los chicos son chicos y podés hacer un desastre. Ellos piensan que todo lo que vos les decís tienen que hacerlo, así que hay que tener mucho cuidado.
| |