A César Adrián Juárez se lo ve muy bien, tanto de ánimo como físicamente. Nada en él parecía demostrar que hace tan sólo un mes estuvo al borde de la muerte. De todas formas, deberá convivir con la maldita y pequeña bala de 6,35 milímetros que le quedó alojada adentro, además de no tener más el bazo ni parte del intestino. -Los primeros días los médicos no eran optimistas sobre tu recuperación. -Exacto. Según me contaron luego mi esposa y mi papá, el médico les dijo después de la operación que había sido un éxito, pero que de ahí en más dependía de mí. Gracias a Dios salí y aquí estoy. -¿Qué fue exactamente lo que te hicieron? -En la operación me repararon el intestino que estaba perforado en ocho partes y me sacaron 20 centímetros. Además tenía el bazo partido al medio y me lo extrajeron. Y a la arteria ilíaca la rozó rompiéndola, y allí perdí mucha sangre. Lo que pasa es que la bala del calibre 6,35 es chiquita y muy dañina, entra a tu cuerpo, lo va recorriendo y todo lo que encuentra lo destroza. Fue una sola bala y ahora me quedó adentro, entró por el lado izquierdo de lado a lado, me traspasó todo el estómago y la tengo alojada en la cadera de la derecha. El médico dijo que no voy a tener problemas, espero que no, lo mismo que por el bazo me recalcó que me cuidara mucho en estos primeros meses para luego hacer una vida normal. Aparentemente el cuerpo está respondiendo, pese a algunas puntadas que me agarran de tanto en tanto. -¿Te diste cuenta en ese momento de la gravedad de tu situación? -No, en ningún momento creí que me iba a morir. Todo el tiempo estuve tranquilo, pero en esa semana que estuve en terapia pensé mucho en mi futuro y mi familia. Lo que me acobarda es que haya pasado tanto tiempo y no se sepa nada. Hay un montón de cosas que están mal y te das cuenta de que no se respeta nada. Mi vida estuvo en juego y lo mínimo que había que hacer es agarrar al que disparó. -¿Cómo te afectó la vida? -A mí me arruinó bastante. En lo físico espero quedar bien, pero en lo económico estoy arruinado. Estoy con el sueldo de la policía y recibo ayuda de mis compañeros en mercadería, a los cuales les estoy muy agradecido. Pero lamentablemente uno tiene deudas y yo no puedo hacer más adicionales, con los cuales yo podía vivir relativamente bien. Además, excepto esos compañeros y mi jefe, me parece que algunos ya se olvidaron del asunto. -¿Te ofrecieron una casa como compensación? -Sí, yo se la pedí porque ustedes habrán visto el lugar donde vivo y en el cual tuve muchos problemas. Por ejemplo, el día que me dispararon varios delincuentes que yo alguna vez puse presos, se pusieron a celebrar delante de la puerta de mi casa, donde estaba mi mujer y mis hijos, y además las primeras informaciones decían que yo había muerto. Saltaban, gritaban, festejaban, fue una cosa muy cruel. Si bien yo estoy acostumbrado, no quiero que se metan con mi familia. Por eso espero que me cumplan lo que prometieron, para vivir en un lugar más tranquilo.
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