Luis Castro Gustavo Conti
Desde hace cinco años es policía por vocación. Tres días antes del 11 de noviembre de 2001 una encargada de un negocio donde él solía hacer compras de comestibles le preguntó si alguna vez había sentido un balazo en el cuerpo. El se sonrió, le contestó que no y le respondió contundentemente: "Ojalá nunca pueda contarte qué se siente". Pero muy poco debió pasar para que el cabo de policía César Adrián Juárez, de 32 años, del Comando Radioeléctrico, pudiera experimentarlo. No fue en una redada ni durante un robo ni persiguiendo un delincuente. Fue en el estadio de Newell's Old Boys, justo el día en que un clásico parecía culminar en paz. Por fortuna, por obra de quién sabe qué ángel protector, hoy puede contar lo que nunca hubiese querido. Y con total firmeza en la voz, con la convicción de alguien que tiene muchas preguntas y pocas respuestas, dice: "Estuve a tres minutos de morir". Increíblemente, el principal protagonista de lo que pudo ser una nueva tragedia en un clásico rosarino, sólo contó lo que vio, lo que sintió, lo que intuye, a Ovacion. Todavía nadie lo llamó a brindar su testimonio y entonces la nota periodística ofició de descarga para este padre de cuatro chicos (de 13, 11, 9 y 1 año) que afirma con tristeza: "Me arruinaron la vida". Martes a la noche. Ovacion lo fue a buscar a su humilde domicilio en un barrio muy pobre de la zona norte, casi pegado al club Sparta. Juárez ya estaba esperando desde hacía rato y sin pelos en la lengua relató cada detalle de ese domingo que no olvidará fácilmente. Sin rencores pero convencido de que la sociedad debe saber qué fue de él, quién cometió esa brutalidad y por qué piensa que "el clásico no debe jugarse nunca más en Rosario". Le apuntó a directivos, a policías y hasta dejó entrever detalles hasta ahora no conocidos, como que el sistema cerrado de televisión instalado en el Coloso no operó ese día porque el club no habría pagado el servicio. Como que tampoco había ambulancias porque Newell's tampoco las pagó, y fue llevado en una privada que pasaba por el lugar hacia el Centro de Recuperación y Traumas Rosario, donde fue salvado de milagro porque se estaba desangrando. Esta es la historia de Juárez, la principal del caso, la que todavía no está en conocimiento del juez que entiende en la causa porque no lo citaron a declarar. Y eso que tiene mucho para decir. Si no, basta con seguir leyendo... "Ya había pasado lo peor -recuerda con lujo de detalles sobre el momento previo al disparo criminal-, tanto que ya estaba hablando con un compañero sobre lo que iba a hacer cuando llegara a mi casa, donde me iba a pegar un baño y salir de nuevo porque a las diez de la noche tenía que cumplir un adicional. Y allí fue que se desató este inadaptado con los disparos, sentí el impacto, automáticamente caí al piso y de allí en más mis compañeros me llevaron". -¿Te desmayaste? -No, en todo momento estuve consciente, incluso iba hablando con los muchachos. Me sacaron del estadio y no había ambulancias ya que, por la información que me llegó, Newell's tenía que pagar tres y no fueron porque no puso la plata. Así que por suerte había una de Ecco, que estaba de casualidad, y que fue la que me salvó la vida. -¿Por qué decís que te salvaron la vida? -Es que llegué al sanatorio y empecé a notar que me faltaba el aire. Yo estaba tranquilo en todo momento pero no podía respirar. Sentí que me pusieron una inyección, la máscara de oxígeno y recién al mediodía del otro día me desperté. Después de tres o cuatro días en los que no vi una noticia ni leí el diario, el médico me dijo que había llegado con lo justo, que estaba prácticamente desangrado y que si pasaba tres minutos más me moría, ni más ni menos. -¿Por eso te decidiste a hablar? -No, no hablé antes porque tenía que hablar en Tribunales. Quizás no me llamaron porque estoy con parte médico hasta febrero, pero me parece que esto se dilata mucho y no quiero que quede en la nada. -¿Qué sabés de la investigación, si es que se está investigando? -A mí nadie me dijo nada. No sé si es para no mortificarme o porque te quieren dejar de lado. -En este último tiempo se tejieron varias hipótesis, una de ellas inverosímil de que la bala iba dirigida a la hinchada de Newell's. Otra, que vos llevabas un escudito rojinegro y por eso te dispararon. -No, no. Primero, yo soy de Central y de chiquito iba a la cancha, aunque cuando trabajo soy absolutamente imparcial. Y segundo, de ninguna manera la bala iba para la hinchada de Newell's. Yo estaba a tres metros del tejido y puedo asegurar que los disparos fueron directamente a nosotros. -¿Esas hipótesis fueron para despistar? -Pienso que sí. El problema fue entre las barras. Lo que pasó es que la mayoría de ellos fueron detenidos antes del partido y a lo mejor el barrabrava que iba a recibir esa arma no la obtuvo y el inadaptado que la agarró disparó. -¿Estás sugiriendo que todo tiene directa relación con lo que ocurrió la noche anterior, cuando balearon a la esposa del conocido Paquito Ferreyra, o Paco Mono, integrante del grupo de los Pillines? -Pienso que pudo ser un problema entre ellos por eso que había pasado. Al no poder entrar el Paquito y su grupo, y no poder agarrar el arma uno de ellos, para mí la agarró cualquiera y ahí están los resultados. -¿Coincidís con el secretario del gremio de policías, Alberto Martínez, quien sostuvo en una nota publicada el domingo por Ovacion que fue obra de un descontrolado? -Obvio que sí. Porque también alguien dijo que fue un ajuste de cuentas conmigo y nada que ver, porque el Comando nunca está dentro de la cancha como ese día, donde estuve pegado al alambrado de la hinchada de Central y tuve que soportar que te meen, que te escupan, en fin, todo eso. Además, el que me pegó fue al cuarto disparo, antes ya habían detonado tres. -¿Te diste cuenta que estaban disparando y buscaste al agresor? -Sí, le comenté a mi compañero que lo que se estaba escuchando no eran cuetes sino fierros y cuando empecé a buscar de dónde provenían los disparos, me tocó a mí. No alcancé a ver de dónde vinieron, pero después supe que me habían baleado desde atrás de una bandera que sacó del alambrado un compañero mío. Todos creían que estaba incitando a la violencia en ese momento cuando en realidad rescataba evidencia. La bandera tenía siete disparos. -¿Fue con saña? -Sí, y directamente hacia la policía. -El secretario gremial de ustedes dijo además que "esto se tapó porque Juárez no se murió". ¿Vos pensás lo mismo? -No sé qué pensar, te repito. No sé si hubiese cambiado la historia o no si yo hubiese fallecido. Uno se llena de preguntas y no encuentra respuestas, y al no tenerlas prefiero no hablar del tema. -¿Creés que hay interés de no encontrar a el o los culpables? -Y, desde el momento que todo está bastante oscuro, uno piensa que sí. No sé por qué, porque si se maneja a altos niveles de la policía no nos vamos a enterar nunca. -Martínez directamente apuntó al comisario Gambacurta y su relación con los Pillines sobre lo que pasó ese día, pero también dijo que esa relación ha afectado el trabajo de los policías del Comando radioeléctrico, como en tu caso, y el de la Guardia de infantería. ¿Es así? -A mí nunca me ocurrió, pero a compañeros míos sí. Uno a la cancha va con una función y por ahí si un jefe te da una contraorden, como por ejemplo dejar entrar a una persona, tenés que obedecer al margen de que te dé una bronca bárbara. No sé si pasó en este clásico, pero sí en otros partidos y no exactamente con Gambacurta. A veces, cuando vienen todos los barrabravas juntos, por ahí alguien da la orden de dejarlos pasar. -No se entiende entonces por qué cachean a todos menos a los más peligrosos. -Ese es el tema. Tengo amigos que los han revisado cuatro veces ese día y entonces es inevitable preguntarse cómo entró el arma. Es la pregunta de todos. Si a todos se los revisa de pies a cabeza, el arma no puede entrar. -¿Creés que hubo negligencia u otra cosa a la hora de revisar a los barrabravas que entraron por la puerta 8? -Eso es lo que declararon algunas personas, yo no lo sé porque no estuve en ese sector. Me comentaron que por la puerta donde estaba Gambacurta entraron 15 ó 20 barrabravas sin ser revisados. Yo creo que más que negligencia, si los dejaron pasar sin revisar fue una estupidez, sabiendo que está en juego la vida de cualquier persona. Y de esa manera es lógico que hayan entrado un arma. -¿Creés que si hubiera sido un civil el blanco el caso hubiera tenido más repercusión? No son pocos los que piensan que el riesgo es parte del trabajo del policía y tienden a justificar así la agresión. -No lo sé, a lo mejor se hubiera investigado mejor y hubieran encontrado rápido al culpable. Si le hubieran pegado a un periodista por ejemplo, o a un fotógrafo como al que vi muy cerca de mí un instante antes del disparo, ya algo habría.
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