Washington y Nueva York. - Las autoridades aeronáuticas de Estados Unidos trataban de determinar las causas de la caída en las afueras de Nueva York de un avión de la aerolínea American Airlines en el que viajaban 255 personas. Los expertos aclararon que no han descartado ninguna teoría. La tragedia aérea ha sumido a EEUU y especialmente a Nueva York en una renacida ola de pánico, que hace eco a los atentados del 11 de septiembre pasado. Apenas se supo del presumible accidente en Queens, las autoridades ordenaron cerrar todos los túneles y puentes que conectan los diversos distritos de la gran ciudad, y hasta el Palacio de Vidrio, sede de la ONU fue clausurado con decenas de cancilleres de todo el mundo en su interior. Los aeropuertos también fueron cerrados, aunque luego se fueron reabriendo paulatinamente. Además de los 255 fallecidos a bordo, anoche se contaban al menos seis desaparecidos entre los habitantes del barrio impactado por el avión.
Sin embargo, funcionarios del gobierno federal explicaron que los pasos que se están siguiendo son coherentes con una investigación civil y no con la que se llevaría a cabo si se sospechara que se trata de un acto terrorista. Las 255 personas que viajaban en el Airbus 300 -una aeronave considerada muy segura- murieron. Sin embargo, si se confirmara que la causa del accidente fue el desprendimiento de una de las dos turbinas en la crítica fase de salida del aeropuerto, la fama del avión europeo podría sufrir un duro golpe.
Los investigadores tratan de descartar las especulaciones de que el avión Airbus A300-600 que cubría el vuelo 587 entre Nueva York y Santo Domingo se estrelló a consecuencia de un acto terrorista, una teoría alimentada por los temores generados por los atentados del 11 de septiembre en Estados Unidos, que dejaron unos 4.600 muertos.
Los testigos que desde tierra vieron caer al avión dijeron haber visto fuego y luego el desprendimiento de una de las dos turbinas. Este cayó luego en una fuerte picada y se desintegró contra el piso, destruyendo al menos doce casas del barrio Rockaway de Queens. Un fuerte incendio estalló, y se tardó varias horas en controlarlo. Al menos seis vecinos están desaparecidos y presumiblemente muertos. Otros 30 resultaron heridos. El alcalde de Nueva York, Rudolph Giuliani, declaró que hasta anoche 161 cuerpos habían sido rescatados.
La Oficina Federal de Investigaciones (FBI) y otras autoridades estadounidenses subrayaron que no existían indicios que apuntaran a que el desastre se debió a un acto terrorista o que hubiera ocurrido una explosión a bordo de la aeronave. No hubo ninguna comunicación entre la cabina del Airbus y la torre del aeropuerto, tal vez por lo veloz de la secuencia fatal. Anoche se afirmaba, en informaciones no confirmadas, que el piloto habría intentado descargar combustible, una maniobra típica de un avión en emergencia y que suscribiría la tesis del accidente.La Casa Blanca señaló que no había recibido amenazas creíbles de posibles atentados terroristas en días recientes y el gobierno federal afirmó que no tenía indicios de que un acto de violencia hubiera causado la caída del avión.
"Toda la información de que disponemos actualmente es que se trata de un accidente", afirmó a los periodistas la presidenta de la Junta Nacional de Seguridad en el Transporte (Ntsb), Marion Blakey. La NTSB envió de inmediato un equipo de investigadores al lugar del accidente -una zona residencial aledaña al aeropuerto internacional John F. Kennedy, desde donde había partido el avión-, un procedimiento usual en todos los desastres en que están involucrados aviones de pasajeros.
Blakey explicó que la NTSB había establecido de inmediato contactos con la Casa Blanca y la FBI, que encabeza la investigación sobre los atentados del 11 de septiembre en Nueva York, Washington y Pennsylvania, en los que fueron utilizados aviones de pasajeros secuestrados.
Hallaron las cajas negras
La presidenta de la NTSB señaló que los investigadores hallaron rápidamente la grabadora de datos de vuelo (una de las dos "cajas negras"), que registra el funcionamiento de los sistemas de la aeronave, y agregó que las comunicaciones de los pilotos con los controladores aéreos habían sido "normales". Horas después se hallaría la segunda "caja negra", con el registro de las conversaciones entre la cabina y la torre de control.
El vuelo había partido del aeropuerto Kennedy hacia Santo Domingo, en República Dominicana. Al menos 150 de los pasajeros era de esta nacionalidad, algo que provocó una verdadera conmoción nacional en el pequeño país caribeño (ver página 5).
No hubo "comunicaciones inusuales" del avión con los controladores aéreos después de su despegue del aeropuerto JFK, dijo la Casa Blanca. Cuatro minutos después del despegue, el contacto radial entre los controladores aéreos y el avión se perdió, indicó la Administración Federal de Aviación (FAA).
El gobierno estadounidense no recibió ninguna amenaza digna de crédito antes de que se precipitara hoy la aeronave, informó en Washington el portavoz de la Casa Blanca, Ari Fleischer, y advirtió que no se debían sacar conclusiones apresuradas sobre las causas del siniestro.
"Quiero ser muy cuidadoso sobre cualquier conclusión en este momento sobre cuál es la causa", de la caída del vuelo 587, aunque señaló que la Casa Blanca "no está adoptando ninguna hipótesis sobre la razón de la caída, ni descartando nada".
Fleischer desmintió reportes que señalaban que un funcionario gubernamental había hablado de una explosión a bordo del avión y agregó que según las primeras informaciones, no se registró ninguna comunicación extraordinaria entre la cabina del avión y la torre de control.
El presidente George W. Bush fue informado sobre la caída del avión durante una reunión en la Casa Blanca con sus asesores de seguridad. La nota escrita informando del problema le fue entregada a las 9.25 de la mañana.
Inmediatamente, el recientemente designado director para la seguridad interna, Tom Ridge, comenzó una conferencia con el procurador general, John Ascroft, el director del Buró Federal de Investigaciones (FBI), Robert Mueller, el secretario de Transporte, Norman Mineta, el director de la Administración Federal de Gerenciamiento de Emergencias, Joe Allbaugh, altos funcionarios del Departamento de Defensa y de la Administración Federal de Aviación. También se puso en estado de alerta al Pentágono. (DPA y Reuters)