Todo indicaría que está en paulatina recuperación. Por lo menos eso es lo que se desprende de los resultados que obtuvo Newell's en sus dos últimas presentaciones. Aquel paciente con enfermedad terminal salió de terapia y hoy goza de una mejor salud de la que evidenciaba semanas atrás. Y eso es un indicio positivo para aquellos hinchas que no podían asimilar tamaño fracaso de su equipo favorito.
Llop buscó variantes de todo tipo (tanto tácticos como de nombres) para encontrar el remedio justo que le permitiera despertar a su equipo. Pero no había forma. Hasta que llegó el triunfo de hace una semana que calmó, de cierta manera, el ambiente. La segunda victoria consecutiva de ayer ante Argentinos Juniors sirvió para recuperar el ánimo. Y justo para desandar la semana del clásico con la alegría en alza.
Prioridad, ganar
El partido era clave, más aún teniendo en cuenta los días que se vienen (además por la necesidad de sumar para subir en la tabla). Y con esa premisa llegaron los rojinegros a Caballito. En la primera jugada Pena (realmente le hace honor a su apellido) se quedó corto en un pase a Sanzotti y Real se lo perdió por muy poco. Pero lo que a priori aparentaba ser no lo fue, porque de contra Cordone puso el 1 a 0 cuando ganó un rebote de Diego Luque.
La insinuación de Newell's de manejar el juego quedó en eso, sólo insinuación. Argentinos se apoderó de la pelota y la manejó vía Insúa. Herrón le ganó el duelo a Ponzio y controló el mediocampo. Y arriba los delanteros inquietaban (sólo eso). Pero más allá del dominio, el local no lograba generar demasiadas situaciones de gol como para estirar la ventaja. En cambio, Saldaña hilvanaba una y otra jugada. En dos de las más claras el actor principal fue Chocolatín Vázquez, pero no fue bicho como para quebrar la valla de Sanzotti.
Mejoró y ganó
El interminable Larry Saldaña (paradójicamente el jugador que no quería Llop en el equipo) desplegó todo su fútbol y en una de las varias jugadas que lo tuvo como ideólogo le puso un pase perfecto para que Rodríguez sólo tuviera que definir. Y la Fiera, el goleador rojinegro, no perdonó.
A partir de ese momento todo o casi todo fue de Newell's. Con la pelota en su poder y el control en todas las líneas, al equipo del Chocho las cosas se le simplificaron. Las jugadas se generaban, las ocasiones de desnivelar aparecían pero el gol no llegaba. Hasta que Pavlovich le puso coto a una mala racha de los delanteros (ver aparte).
En apenas una semana el paciente evidenció una mejoría. Le puso fin a las malas rachas, tanto de goles como de victorias, y ahora parece gozar de buena salud. La necesaria como para someterse al duro examen que tendrá ante los canallas.
La Ciudad
