¿Cómo ayudar a un gobierno que exhibe una obstinada vocación por el suicidio político? Esa podría ser una pregunta-síntesis que ayer rondaba la reflexión íntima, sombría, que dirigentes radicales, peronistas y frepasistas desgranaron ante consultas de La Capital. Para todos, la administración encabezada por Fernando de la Rúa, que en un año y medio de gestión ya promedia un ajuste cada tres meses, pide una y otra vez un tipo de ayuda que no parece dispuesta a darse a sí misma.
Ni un perverso guión cinematográfico hubiera podido imaginarlo mejor: tras los graves anuncios del miércoles por la noche, el fin de semana encuentra a un gobierno sin brújula, todavía huérfano del apoyo político para encarar un ajuste kamikaze. Sin hablar del contenido en sí mismo, el discurso oficialista que lo justifica sostiene en la práctica que las jubilaciones de privilegio son todas aquellas mayores a los trescientos pesos.
"Desde el miércoles ellos ya dejaron de pensar en las elecciones. O les sale bien o se tienen que ir", dijo un ex gobernador peronista que dejó ese cargo en diciembre de 1999, hoy diputado nacional, y con amplia llegada al jefe de gabinete, Chrystian Colombo y al ministro de Economía, Domingo Cavallo. "Ellos" son, precisamente, Colombo, Cavallo y la ministra de Trabajo, Patricia Bullrich. Hombre de reflexión, repasó la lista de víctimas que dejaron las decisiones presidenciales -Machinea, Chacho Alvarez, López Murphy, Terragno, Storani, etcétera-, y se preguntó si el propio presidente saldría indemne esta vez. Los presidentes radicales Yrigoyen, Illia y Alfonsín no pudieron completar su mandato. "Salvo Alvear...", dijo sin completar su pensamiento.
La falta de voluntad de Cavallo
Un legislador porteño del Frepaso pintó la aldea: "Agónico, ¿no?", fue su primera expresión. Para el socio aliancista venido a menos desde el portazo de Alvarez, a esta crisis la definirá en gran medida la actitud final que adopte Cavallo. "Todos están mostrando buena voluntad, menos él", dijo. Contó que durante todo el día de ayer los principales dirigentes frepasistas hablaron con hombres del sector financiero y con gremialistas. Ayer por la mañana, Aníbal Ibarra se retiró mascullando: "Parece La Parrala", en referencia a una larga sesión de ablande con Cavallo, que se mantuvo inflexible en las medidas.
Consternado e iracundo por la demonización de la que fue objeto en los últimos días, un hombre del radicalismo se preguntaba qué era lo que esperaba el gobierno del ex presidente Alfonsín. "Habló con Moyano y hasta le sacó una promesa de acompañar una salida consensuada", recordó, pero cambiando las medidas por otras que guarde, aunque más no sea, un recuerdo remoto de aquella Carta de los Argentinos.
Ayer, en la Facultad de Derecho, un mitin político terminaba con una cita del ex presidente Nicolás Avellaneda: "Mi gobierno se parece al sol del invierno, a las cinco de la tarde". En el atardecer de julio, el presidente De la Rúa y su entorno parecía ayer el grupo menos dispuesto a darse a sí mismo una inyección de energía para revitalizar una luz que agoniza.