José María Petunchi
Con decir que juegan Central-Newell's o Newell's-Central está todo dicho. Es el folclore futbolístico de la ciudad. O el fútbol rosarino en su máxima expresión. Todas sensaciones del mismo sentimiento popular, tan genuina y autóctona de los rosarinos, donde el clásico se vive de una manera muy particular. "El clásico de Rosario es distinto a todos", dijo alguna vez Mario Zanabria, quien además de haber participado en varios encuentros como jugador y DT, también tuvo la posibilidad de estar en varios Boca-River. Como siempre, y como en casi todos los clásicos, es un partido aparte, que no reconoce antecedentes, aunque sí tiene mucho respeto por las rachas. Y el hecho de que Central no lo afronte con todos sus titulares, lejos de restarle trascendencia le agrega otro condimento especial. Porque eso al fin de cuenta, y con el resultado puesto, le puede dar un mayor valor específico a un triunfo o mayores connotaciones a una derrota. Y esto lo tiene bien claro los dos técnicos, que también se juegan lo suyo, aunque en apariencia Ribolzi parece estar más expuestos que Bauza en esta etapa. Ninguno oculta sus necesidades ni sus ganas por ganar. El Patón sabe que es su deuda con los hinchas, y el Ruso que es el que más tiene para perder ante un equipo que no jugará con todo su potencial. Una primera lectura a las formaciones podría hablar de una ventaja deportiva para Newell's, que va con todos sus titulares, mientras que Central va con un equipo alternativo con sólo dos de sus habituales titulares, Tombolini y Daniel Quinteros -porque lo expulsaron en la Copa-. Pero una mirada más exhaustiva podría dar por tierra con esto, si se repara en el presente de ambos. Los auriazules llegan entonados por la victoria del último domingo ante Gimnasia, en La Plata, pero especialmente por el envión y el orgullo que les genera estar en los cuartos de la Libertadores. En tanto, los rojinegros llegan golpeados por los últimos resultados -está atravesando el peor momento de este torneo-, aunque también tiene en claro que una victoria puede dejar esto en el olvido. Un clásico entre Central y Newell's representa la pasión de la ciudad. El culto a la palomita de Aldo Poy o a la zurda bendita de Mario Zanabria. El orgullo de los rosarinos, casi como el mismo Monumento a la Bandera, el Parque Independencia, la costanera, el Negro Fontanarrosa, Alberto Olmedo, Fito Páez, Baglietto o tantos otros. La pasión de un pueblo que quiere vivir su clásico en paz y con mucho fútbol.
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