Decir que es un orgullo estar sentado en el banco de suplentes de Newell's en un clásico es prácticamente una obviedad. Creo que cualquier entrenador sueña dirigir algún día a su equipo en un partido tan emotivo y trascendente para esta ciudad. Además de ser lo más importante por el entorno y por las cosas que están en juego, en Rosario se vive de una manera distinta porque es prácticamente un torneo aparte entre Newell's y Central. El que gana se lleva los pergaminos por el resto de la temporada y el que pierde no ve la hora de tener la revancha en el próximo partido. Estos partidos son tan importantes que no importan los antecedentes de los equipos. No interesa demasiado si ambos tuvieron un buen torneo o si uno llega precedido por un triunfo o una derrota. Son partidos especiales en todo sentido, donde se juega mucho más que noventa minutos de fútbol. La misma tensión que genera el público hace que el jugador se muestre ansioso por salir rápido a la cancha. En ese sentido estoy muy tranquilo porque el plantel entrenó muy bien durante la semana y los muchachos están muy confiados. No tengo dudas de que este equipo va a responder a la altura de la circunstancias y que vamos a ganar. Más allá de mi respeto hacia el rival, Newell's saldrá a buscar el partido de entrada a pesar de los riesgos que eso genera.
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