Año CXXXIV
 Nº 49.087
Rosario,
sábado  14 de
abril de 2001
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Una misa por la paz y los gobernantes

Juan PabloII, antes de participar en el Vía Crucis, celebró en la basílica de San Pedro del Vaticano la Pasión del Señor, rito en el que los presentes pidieron a Dios que ilumine a los gobernantes para que busquen el bien común en libertad y paz. La Liturgia del Viernes Santo es la única del año en la que no hay consagración, pero sí comunión, y durante la ceremonia se leyeron todos los pasos del Evangelio, que van desde el arresto de Jesús hasta su muerte crucificado y su entierro en el Sepulcro.
El Papa no pronunció homilía y, como los varios miles de personas que llenaron la basílica vaticana, pidió por la paz y escuchó la narración que hizo el predicador de la Casa Pontificia, el franciscano Raniero Cantalamessa.
Cantalamessa dijo que la Pasión de Cristo no se reduce a la victoria sobre Satanás, sino que su significado es más grande y positivo: se trata de la lucha y de la victoria sobre el demonio además del triunfo sobre el pecado y la muerte.
El franciscano denunció que en el mundo industrializado se ha "arrojado por la puerta a Satanás y éste ha vuelto a entrar por la ventana", en referencia a que se niega su existencia y se cayó en la superstición.
"En el mundo moderno pululan magos, brujas, espiritistas, echadores de cartas y de horóscopos, vendedores de amuletos y miembros de sectas satánicas. La situación no es muy diferente a la de la Antigüedad", dijo. Agregó que "se ha llegado a un fenómeno social de grandes proporciones" e insistió en que el diablo existe y que Dios y el demonio no son dos principios paralelos, eternos e independientes, ya que el diablo, dijo, es como un perro encadenado, que muerde sólo a quien se le acerca".


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