Miles de turistas locales y extranjeros se congregaron ayer en una aldea en el norte de Filipinas para presenciar la crucifixión de una mujer y 11 hombres, en un rito tradicional de la Semana Santa en este país predominantemente católico. En tanto, decenas de habitantes se flagelaron en el marco de tradicionales ceremonias de Semana Santa en se país católico.
Un vendedor de pescado filipino cumplió su promesa de ser crucificado en Viernes Santo 15 años consecutivos, conmemorando el sacrificio de Jesucristo para agradecer la curación de su madre de la turberculosis. Heresito Sangalang, de 45 años, se incluyó entre una docena de filipinos, incluso una mujer, que cumplieron promesas haciéndose clavar en la cruz.
Sangalang, con cabello y barba largos, estaba envuelto en una túnica roja y llevaba una corona de espinas y sandalias. Indicó que los clavos, esterilizados con alcohol, le fueran puestos entre los huesos de las manos y pies. Pero igualmente mostró expresiones de dolor. Atado además a la cruz por los brazos, permaneció unos minutos bajo el sol quemante. Luego fue bajado y otro penante ocupó su lugar.
Pecados lavados con dolores
Amparo Santos, una curandera de 60 años que se somete por décimo cuarta vez a esta ceremonia en una cruz de madera. Con el rostro reflejando el dolor, Amparo se dejó clavar en la palma de las manos clavos de acero inoxidable empapados en alcohol, tras lo cual su cruz fue levantada en posición vertical bajo el quemante sol del mediodía.
En el lugar, entretanto, decenas de hombres caminaban descalzos y azotándose el torso desnudo con cañas de bambú atadas a sogas y látigos provistos de trozos de vidrio quebrado. Gardo Canlas, de 47 años, declaró que se ha estado flagelando en los últimos 15 años, rogando que su hijo sea curado de una enfermedad crónica, y aseguró que continuará el ritual "mientras pueda soportarlo. Después de hacer esto, siento que mis pecados han quedado lavados", dijo.
Devotos descalzos
Unas dos mil personas, incluso turistas extranjeros, se congregaron alrededor de tres cruces negras en un monte cercado con alambre de púa, donde se efectuaron por lo menos nueve de las crucifixiones.
En otros actos menos crueles, numerosas familias visitaron anteanoche 14 iglesias, rememorando las 14 estaciones de la Vía Dolorosa. En Manila, miles de devotos descalzos fueron desde su casa hasta la iglesia del distrito de Quiapo.
La jerarquía católica filipina mira con preocupación estos sangrientos rituales, pero despliega pocos esfuerzos por desalentar las prácticas, muy populares en ese país. En las crucifixiones solían participar también extranjeros, pero fueron descartados en 1997, cuando las autoridades supieron que un japonés clavado en la cruz el año anterior había sido en realidad un actor, que fue filmado secretamente para una escena en un video pornográfico japonés.