El Papa Juan PabloII, forzado por la edad y por su frágil estado de salud a recortar su servicio religioso de Viernes Santo por primera vez en 22 años, dijo ayer que el mensaje de Cristo es tan válido en el inicio del tercer milenio como lo fue hace dos mil años. El Papa, quien lució pensativo y, en ocasiones, débil, hizo sus comentarios al finalizar un tradicional servicio de Vía Crucis en el Coliseo de Roma el día que los cristianos conmemoran la crucifixión de Cristo.
El Papa no leyó el discurso que tenía preparado y que fue distribuido a los periodistas, y en lugar de ello escogió ofrecer una breve reflexión personal sobre la crucifixión. "Con este Vía Crucis aquí en Roma y en todo el mundo estamos proclamando esta verdad por primera vez en este milenio", dijo. "Queremos llevar esta verdad sobre la divinidad y la humanidad de Cristo al tercer milenio", agregó.
Hablando en la colina del Palatino en Roma frente a una enorme cruz iluminada con cirios, el Papa instó a los cristianos a contemplar el rostro de Jesús para buscar el significado de la vida, en un servicio religioso televisado a cientos de millones de personas en 28 países.
El Pontífice polaco no hizo el recorrido dentro de la arena de 2.000 años como en años anteriores, sino que presidió la mayor parte de la ceremonia de rodillas, orando intensamente, mientras otras personas cargaban la cruz.
El Pontífice, quien cumplirá 81 años el próximo mes, ha caminado con dificultad y a veces con la ayuda de un bastón desde que se fracturó una pierna en 1994 y fue sometido a cirugía.
Juan Pablo caminó y cargó la cruz sólo unos metros durante la última parte del servicio.
El Papa cargaba la cruz alrededor del Coliseo y sus ruinas en el servicio cada año hasta 1994, cuando se resbaló en su bañera en el Vaticano y se rompió el fémur.
El ayer fue la primera vez que ni siquiera caminó alrededor del Coliseo. El otrora atlético Papa, cargó la cruz sólo por las últimas dos estaciones.
El Viernes Santo fue el segundo de cuatro agitados días que pondrán una vez más a prueba la resistencia del líder de los 1.000 millones de católicos del mundo.
El Papa comenzó las celebraciones anteayer, cuando presidió dos servicios religiosos, entre ellos uno en el que lavó y besó los pies de 12 ancianos sacerdotes para conmemorar el gesto de humildad de Cristo hacia los apóstoles la noche de su muerte.
Hoy por la noche, el Papa deberá oficiar la llamada Misa d el Gallo, en el Vaticano.
La Semana Santa concluye mañana con el Domingo de Resurrección, cuando el Papa oficia una misa y dirige su mensaje bianual y su bendición Urbi et Orbi (A la ciudad y al mundo) y lee mensajes de Pascua Florida en unos 60 idiomas distintos.
Con la cruz a cuestas
Pese a los graves problemas al caminar que sufre desde su operación a la vena ilíaca en 1985, Juan PabloII participó antes de lo previsto en la procesión y portó la cruz en las dos últimas estaciones de las 14 del Vía Crucis. El pontífice se movilizó lentamente y con esfuerzo. Apoyado en un bastón o en un báculo, el pontífice puede aún caminar cortos trechos. En el Vía Crucis, transmitido en vivo por la televisión, participaron decenas de miles de peregrinos. La cruz fue llevada por el cardenal italiano Camillo Ruini, una pareja italiana con tres hijos y mujeres de la República Dominicana, Ruanda, Tailandia, así como por monjes franciscanos.
Visiblemente agotado, Juan PabloII había inaugurado el Jueves Santo las ceremonias en el Vaticano. Apoyado en un báculo, entró en la basílica de San Juan de Letrán, donde, como señal de humildad, lavó y besó los pies de doce sacerdotes, en recuerdo de la Ultima Cena.