Año CXXXIV
 Nº 49.087
Rosario,
sábado  14 de
abril de 2001
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Desde Roma a Filipinas la celebración de la Semana Santa tiene distintas motivaciones y colores, según el folclore de cada nación
Hechos de violencia opacan la conmemoración en Jerusalén

Agobiados por pesadas cruces o portando en sus manos velas de vacilante luz, peregrinos cristianos recorrieron ayer la ruta que siguió Jesucristo hacia su crucifixión, en una tradicional conmemoración en Tierra Santa que fue opacada este año por la violencia. La procesión del Viernes Santo, bajo la protección esta vez de un dispositivo de seguridad más vigoroso de lo usual tras los recientes choques entre israelíes y palestinos, es el único día del año en el que los cristianos ocupan el sitial destacado en el histórico escenario que también veneran judíos y musulmanes.
Las cifras de visitantes fueron esta vez mucho menores a las de años anteriores debido a la violencia. "Hay menos gente, que no parece tan fervorosa como en otros años", afirmó ayer un camarero de un café. Durante casi 2000 años, devotos de la cristiandad han desafiado guerras o gobernantes para su peregrinaje a lo largo de la Vía Dolorosa, en la llamada Ciudad Vieja de la árabe Jerusalén Oriental.
Delegaciones de católicos, griegos ortodoxos o protestantes o a título individual, los peregrinos se apretujan en la angosta calle adoquinada por la que transcurren las 14 estaciones del víacrucis.
Las estaciones marcan los puntos en los que Jesús fue azotado o tropezó o se le impuso una corona de espinas. La senda parte de la prisión, actualmente un templo, adonde Jesús fue llevado después de la Ultima Cena. Entre las muchas ironías de este recorrido, la más reciente insurrección palestina de casi siete meses comenzó a escasos metros del final del recorrido en la Iglesia del Santo Sepulcro, el sitio donde, según la tradición, Jesús fue sepultado tras la crucifixión.
Rodeado por guardias armados, el líder derechista Ariel Sharon, ahora primer ministro de Israel, visitó el 28 de septiembre de 2000 el complejo de la mezquita de Al-Aqsa, sitio sagrado para los judíos por su ubicación en el Monte del Templo.

Cruces a cuestas
Cruces de madera, desde las de dos metros o más que cargaban peregrinos individuales o grupos de hombres, hasta las pequeñas que algunas mujeres asían en sus manos, matizaban la serpenteante marcha de miles de peregrinos. La imagen más impresionante este año fue la de un hombre con el torso desnudo, con pintura roja salpicando su cuerpo para simular sangre, arrastrando una larga cruz. El peregrino tenía también sobre su cabeza una corona de espinas y estaba vigilado por un grupo de hombres ataviados como soldados romanos, con látigos.
El Ministerio de Turismo de Israel dijo que el número de visitantes durante la Semana Santa era prácticamente la mitad de los tres millones que se esperaban antes del estallido de la violencia en septiembre.
El turismo proveniente de Italia y Alemania había caído en un 70 por ciento, mientras se registró una baja de 50 por ciento en la cifra de visitantes de EEUU.
"Lo usual es que tengamos peregrinos de Chipre y Grecia, unas diez mil personas anualmente. Este año sólo tenemos 300, así que es algo malísimo, terrible, lo peor que jamás hayamos visto", afirmó Ziad Hashima, propietaria de una venta de de recuerdos en la Vía Dolorosa.
El dueño del restaurante Jacir Hanna no tenía una sola reservación para el Viernes Santo este año, en comparación con las más de 100 que recibió en 2000. "Este año es cero. Todo se debe a la insurrección", dijo.
El estadounidense Rob Green dijo que inicialmente tenía algo de miedo de asistir a la procesión, ante las advertencias de que podría verse involucrado en la violencia. "Pero es el sitio más sagrado de la Tierra y no quería dejar pasar esta oportunidad", dijo.


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