Nora Cortiñas (*)
Después de 25 años del último golpe de Estado hay que decir que el camino de la impunidad iniciado durante la dictadura militar sigue igual. Apenas hay un esbozo de justicia en el caso Poblete, pero recién está en primera instancia, aunque tenemos esperanza de que se resuelva esta vez favorablemente. Los crímenes horrendos realizados por el terrorismo de Estado a partir de 1976 han sido comprobados y no hay juez que pueda dudar de que se cometieron. Hubo atropello al pueblo, violación de los derechos humanos, y quizás esta Corte Suprema ya no sea la misma que existió hasta hace pocos años. Debemos pensar así porque también es parte de nuestra lucha creer que sin claudicar se va a obtener alguna respuesta positiva. En estos 25 años, quedó bien claro por qué luchaban nuestros hijos y por qué fueron llevados. Quedó en claro que para aplicar este sistema económico neoliberal, que ya se intentaba implementar desde hace varios lustros, había que desatar esa represión infame, que llevó a la desaparición de 30.000 personas, a 10.000 presos políticos y miles de exiliados. Para nosotros no es lo mismo una dictadura militar que malos gobiernos democráticos. Pero durante estos malos gobiernos democráticos los represores y los victimarios siguen gozando de impunidad. En estos años, nuevos crímenes se volvieron a cometer, como los de los periodistas Mario Bonino y José Luis Cabezas, que mostraron cómo se empleó la misma metodología del llamado Proceso para asesinarlos. También se dieron casos como los de María Soledad Morales, Sebastián Bordón y Teresa Rodríguez, que demostraron que el accionar represivo siguió impune. En la actualidad, hay 2.500 trabajadores procesados por cortes de ruta y existe persecución contra los trabajadores que luchan porque tienen hambre, porque no tienen atención de su salud y no pueden acceder a la educación. Todo ello prueba, una vez más, que esa política económica necesitaba de esa gran represión que sufrió nuestro país hace ya un cuarto de siglo. Si bien la pérdida de nuestros hijos es irreparable y es una herida que no se sella con nada, podemos decir con orgullo que los podemos reivindicar cada día, porque cada madre, cada padre, hermano, cada familia, aprendió la razón de la lucha en la que ellos estaban comprometidos. Ese es un logro que no tienen los militares ni los represores ni sus cómplices. También podemos decir que después de los primeros años, nosotras ya no estuvimos tan solas. Parte de la sociedad civil, que en un momento había estado satisfecha con la dictadura porque había sacado a un gobierno inoperante y desastroso como el de la señora María Estela Martínez de Perón, donde también hubo terrorismo de Estado, nos empezó a acompañar en nuestro reclamo de justicia. (*) Representante de Madres de Plaza de Mayo (Línea Fundadora)
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