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 sábado, 01 de diciembre de 2007  
Yo creo: “El humor, el trabajo y su efecto sanador”

Orlando Verna / Escenario

Hay personas que dejan en su poesía cotidiana enseñanzas desapercibidas entre tanta parafernalia de recital, pantallas gigantes, cámaras de TV y agentes de prensa. Son verdades que escapan a la lógica del personaje y que se instalan en el interior de sus escuchas como regalos de sinceridad. “Lo más importante es reírse”, decía Fontanarrosa remitiendo a una frase que le había quedado pegada de su amigo. El mismo que hizo conciente abuso de un humor de estilo amigote para dejar en claro para qué estaba allí. Y su compinche respondió a la par, dejando entrever con dificultad si eso que causaba tanta jarana era un chiste o no. Ninguno es un pibe y, ese desgaste impactó sobre uno y otro, dijeron ellos mismos, bien diferente. “Problemas de salud tiene todo el mundo e incluso hay gente que lo sabe”, bromea Serrat, aunque la batalla que libraron durante cuatro años con sus respectivos males los haya encontrado en veredas opuestas. Al revés de su compinche, Sabina no quería subirse a un escenario, tenía “la afición perdidad”. Hasta que “los mensajes subliminales y no tan subliminales” del Nano diciendo “eres un cagón y un maricón, súbete al escenario ahora mismo” obtuvieron el resultado deseado: una gira diseñada entre vapores de alcohol de una noche cualquiera que prontamente mostró su efecto sanador. “Mi oficio le sirvió a mi salud, con mi trabajo pude enfrentar la enfermedad”, le explica el catalán a quien quiera oir, mientras el andaluz habla de “admiración” cuando se refiere a su ladero por la valentía de salir a escena sin titubeos tras la operación. Y si bien esas vivencias quedaron luego plasmadas en las letras que los dos pájaros reconstruyeron en solfa para temas como “No hago otra cosa que pensar en ti”, quizás la intención sea más efectiva que la concepción. Nadie ni nada se salva del paso del tiempo y de sus achaques. Pero ellos le encontraron el lado amable a la cuestión: con trabajo, buen humor y convicción hasta los malos tragos pasan. Aunque la nostalgia siga, omnipresente, haciendo estragos.
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