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 jueves, 29 de noviembre de 2007  
Reflexiones
Sobre el estacionamiento medido

Osvaldo Miatello (*)

Estoy en desacuerdo en general con el proyecto de reordenamiento del tránsito en el micro y macrocentro presentado por el Departamento Ejecutivo Municipal (DEM). Hay razones de fondo que tienen que ver con la concepción de lo que debe ser la ciudad de Rosario. El proyecto del Ejecutivo intenta, a mi juicio, aprovechar la legítima inquietud de parte de los ciudadanos de Rosario acerca de las dificultades para transitar el microcentro, para introducir un aumento más que significativo en lo que se recauda por el estacionamiento medido. Es decir, sobre un problema real se monta una respuesta que en realidad poco tiene que ver con el problema original.

Quizás esto pueda aparecer como un aspecto no medular de la cuestión, o tal vez alguien podría argumentar que es necesario debatir el fondo de la cuestión y después analizar el impacto monetario. Sin embargo, opino que la parte esencial del mensaje está centrada en su aspecto recaudatorio.

La ampliación de la zona de estacionamiento medido, la casi triplicación del precio del estacionamiento en la zona con Tarifa 1, de $1,20 a $3, la casi duplicación en la zona con Tarifa 2, la creación de zonas como los principales parques con tarifas a acordar, hace que la recaudación por este concepto para el municipio y/o para el futuro concesionario, aumente en forma significativa.

Si tomamos la cantidad de cuadras a ser afectadas por el nuevo sistema, que son 544 y la multiplicamos por la cantidad de horas y vehículos, veremos que, en una hipótesis de ocupación plena, la recaudación rondaría los 46 millones de pesos al año. En una hipótesis de mínima, con una ocupación del 80 %, la recaudación anual ronda los 37 millones al año que van a ir a parar del bolsillo de los automovilistas al del municipio y al del concesionario privado. Esto sin tener en cuenta lo que se recaude por acarreo e infracciones. Si observamos que la concesión se prevé por un lapso de siete años prorrogable por otros tres, vemos que la magnitud del contrato orilla los 400 millones de pesos, con una inversión inicial que no supera los 10 millones de pesos.

A veces sirven las comparaciones; el costo del estacionamiento medido en las principales ciudades del país está muy por debajo de lo que hoy propone el Ejecutivo. En efecto, en La Plata el costo es de $0,80 la hora. En Mendoza el costo es de $1,00 la hora. En Tucumán es de $0,50 la hora. En Santa Fe es de $0,80 y $1,00 según la zona. En Córdoba es de $1,00 la hora. Y en ningún caso la zona bajo estacionamiento medido supera las 150 cuadras, es decir, casi cuatro veces menos que lo que aquí se propone.

¿Cómo se entiende que se ponga estacionamiento medido en calle Alvear, por ejemplo, que no presenta ningún signo de atascamiento, salvo por la doble o triple fila que se forma en los colegios y que el Ejecutivo no quiere controlar? Y digo que el Ejecutivo no quiere porque resulta sumamente sencillo instalar inspectores en los horarios de entrada y salida y sancionar a quienes lo hagan y sin embargo, no se hace. La respuesta, obvia diría yo, es que el sistema se basa en desalentar la entrada de vehículos particulares al microcentro y al macrocentro

Ahora bien, ¿cómo van a hacer los ciudadanos para entrar, no ya al microcentro, sino incluso al macrocentro? ¿Hemos mejorado significativamente la modalidad del transporte público de pasajeros? ¿Hemos incorporado modalidades alternativas como pueden ser subterráneos, trenes aéreos o comunes? ¿Hemos realizado, con el concurso de la iniciativa privada, playas de estacionamiento subterráneas o en superficie? La respuesta a todo esto es negativa. No se ha hecho nada de esto. Entonces, la opción es de hierro: o no se viene al centro, con el consiguiente daño al inmenso y dinámico sector comercial que desarrolla sus actividades en el mismo o, lo más probable, se va a seguir viniendo igual, pagando una especie de impuesto por dejar el vehículo en la calle, sin ningún tipo de servicio ni protección y engrosando las arcas municipales o del concesionario del supuesto servicio.

Y aquí llegamos al nudo de la cuestión. Es muy difícil resolver problemas estructurales como el del tránsito y estacionamiento en la zona central de la ciudad sin inversiones. El DEM ha venido durante años tratando de poner parches a una situación que ya no los admite más. Es por eso que hasta ahora ha resultado tan difícil resolver este tema y, recurrentemente, cada dos o tres años volvemos a rediscutirlo quizás con los mismos argumentos de cada lado, lo que lo hace algo aburrido, pero es que el ingenio tiene un tope; si la cantidad de automóviles aumenta día a día, si la actividad económica también viene aumentando en los últimos años, es lógico que el problema aumente y el ingenio por sí solo no baste.

Es necesaria la inversión. Es necesario ofrecer a la ciudadanía un transporte público, en sus distintas modalidades, que haga deseable para la ciudadanía utilizarlo y no apelar a su automóvil particular. Es necesario ofrecer playas de estacionamiento espaciosas cerca del microcentro que oficien de verdaderas estaciones para quienes vienen de los barrios o del interior. En este punto, resulta necesario recordar que ya hubo iniciativas privadas para construir playas de estacionamiento subterráneas y que fueron desalentadas desde el gobierno municipal.

Ante la negativa del DEM de realizar estas inversiones, por sí o recurriendo al capital privado, es que llegamos a esta alternativa, cuyo núcleo central es desalentar no ya el ingreso de autos, sino de la gente misma y, por otra parte, recaudar, para sí y para un concesionario privado que nada va a aportar en materia de estructura a la ciudad.

En estas condiciones, y en tanto se implementen las medidas indispensables de mediano y largo plazo, resulta imperioso que el Ejecutivo ejerza a pleno su poder de policía, impidiendo las operaciones de carga y descarga en horarios no autorizados y ampliando la franja horaria en que dichas operaciones están prohibidas; sancionando con todo rigor el estacionamiento en doble fila, coordinando con las distintas empresas de servicios públicos a fin de que no haya constantes reparaciones donde una empresa cierra un pozo una semana y a la siguiente viene otra a abrirlo. Sabemos que estas son medidas coyunturales que no hacen al diseño de una política de tránsito para una ciudad como Rosario, pero a veces, cuando se pretenden soluciones de fondo sin proponer la correlativa inversión, suele ser peor el remedio que la enfermedad.

(*) Vicepresidente del Concejo. Ponencia realizada ayer en la audiencia pública convocada por el Ejecutivo para debatir el nuevo sistema de estacionamiento medido en el macrocentro de Rosario.


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