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 domingo, 01 de julio de 2007  
Visión de un pionero

La creación del Parque Nacional Lanín en 1937 y el equipamiento del cerro Chapelco a partir de 1963 modificaron el perfil productivo de la localidad del sur de Neuquén que comenzó a transitar un claro camino orientado al desarrollo turístico.

Don Francisco Leotta, testigo de aquellos tiempos, contó a La Capital cómo fueron sus vivencias cuando un puñado de pioneros de origen europeo llegó al lugar y junto a las tribus tehuelches comenzaron a escribir la historia de ese rincón paradisíaco de la Argentina. El hombre, que llegó a San Martín de los Andes en 1943, fue uno de los precursores de los deportes de invierno y del despegue turístico de la ciudad.

“El año en que llegué, ví por primera vez el pueblo nevado y quedé muy impresionado, y por invitación de quien fuera mi patrón, Joaquín González —dueño de un taller mecánico—, comencé a probar las tablas de esquí en la ladera del cerro Churruhuinca. En ese lugar había quedado estampada en la nieve una huella de catango (carro para el transporte de madera) que nos permitía deslizarnos en su interior por la nieve”.

“Después, —prosiguió el aventurero— un amigo carpintero hizo las tablas y yo fabriqué los herrajes. Recuerdo que los estrenamos al año siguiente en la subida al cementerio. Cuando se terminaba la nieve allí nos íbamos a la subida O´Grady, que queda camino a Loglog. En aquella época hacíamos los esquís con madera de lenga, le poníamos correas de tiento y herrajes de chapa. El “Chato” Bozón se los había hecho con maderas de una bordalesa a las que había clavado un par de alpargatas”.



Amigos en la ladera

Fue entonces cuando se sumó al grupo Virgilio Pellegrini, “un esquiador con experiencia en Bariloche que nos enseñó a hacer la cuña y a mantenernos arriba de los esquís por algunos metros. Ese año nos congregamos unos 15 amigos para practicar esquí y en los sucesivos años, se fueron sumando otros con quienes hicimos las primeras subidas al Chapelco”.

“En 1948, junto a Federico Graeff, Américo Astete y Manolo Gómez, entre otros, pedimos permiso a las autoridades de la provincia de Neuquén para desmontar y marcamos la primera pista, conocida hoy con el nombre de Los Pioneros. La nieve se pisaba con los esquís en diagonal y cuando había carreras marcábamos las puertas con colihues pintadas.

“En 1958 se formó la primera Comisión de Turismo en la provincia. En 1965 se colocó la primera telesilla y en 1971 el primer esqui-lift arriba de la pista Brava. Dos años más tarde llegó la primera concesionaria, la empresa Sol Jet y allí comenzó el desarrollo pleno del cerro con una telesilla doble”, relató Leotta.
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