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 domingo, 01 de julio de 2007  
Para beber: nuevos terruños

Gabriela Gasparini

Una mezcla de sorpresa y desazón invadió al portugués Joao Santos cuando vio los viñedos que su compañía, Dao Sul, había comprado para encarar un nuevo emprendimiento. Y no era para menos, cómo iba a elaborar vinos siquiera parecidos a los que hacía en su tierra, pensó este reconocido empresario vitivinícola, en un suelo donde crecían palmeras. Y nadie en su sano juicio hubiera pensado que la idea de conseguir buenas uvas en un lugar donde se cosechaban cocos podía tener un final feliz. Pero como dice la canción, la vida te da sorpresas. Y ahora, cuando ya pasaron cuatro años, de esa tierra árida, semi desértica del nordeste brasilero, surgen orgullosas las vides con las que se producen los más exitosos vinos tropicales.

Es de imaginar que la tecnología brindó una ayuda inestimable y que el riego artificial fue un recurso indispensable para desarrollar el proyecto, pero aún así, acostumbrados al martilleo constante de quienes resaltan las bondades de otros climas, hacen hincapié en la altura y en la amplitud climática que diferencia día y noche y en toda esa serie de circunstancias reservadas a una estrecha franja del planeta, este cambio, a primera vista, no puede sino extrañarnos.

Dao Sul no es la única que se arriesgó a invertir en un territorio que se podría pensar hostil para los viñedos. Varias de las bodegas francesas más reconocidas ya están haciendo sus apuestas en países en desarrollo donde hay una creciente clase media adoradora de nuestra noble bebida. ¿Y el extendido concepto de la importancia del terroir? Es muy fácil dejarlo de lado cuando la realidad lo permite.

Durante años se ha señalado a la banda que va de los 30º a los 50º de latitud como el territorio ideal para la práctica de la viticultura, pero eso está cambiando rápidamente gracias a los aportes de la tecnología en lo que compete a la refrigeración y a la irrigación, a lo que se suma un mayor control sobre el crecimiento de las vides

Esto ha hecho que se abriera en todo el mundo un espacio mucho mayor que antes se pensaba que no era adecuado para este tipo de cultivo, señalaba en su sitio web Jancis Robinson, una de las más reconocidas expertas en el tema a nivel mundial.

Y así, contradiciendo todo lo aprendido hasta el momento, las uvas crecen vigorosas bajo el sol brasileño, pero no es el único lugar donde el astro rey calienta viñedos antes impensados.

En Tailandia ocurre lo mismo, por nombrar una, porque ella no está sola. China y Brasil ya son consideradas, debido al nivel que alcanza su producción, como dos potencias entre las nuevas naciones productoras.

Estos dos países junto a India serán, en un futuro no muy lejano, las estrellas del consumo de vino. Según estima una compañía de investigaciones con sede en Londres, en 2011 los brasileros invertirán en disfrutar del saludable jugo de uvas fermentado un 12% más que ahora; los chinos incrementarán la ingesta en un 39 % y en India el 82 %.

Y quienes están en el tema no dejan pasar las buenas oportunidades. Es por eso que empresas como Pernod Ricard ya puso su pie firme en Brasil y en India; LVMH con su etiqueta Chandon también está apostando fuerte en Brasil; y Veuve Clicquot Ponsardin se asoció con una de las grandes bodegas de India, la Grove Vineyards. Todas ven con buenos ojos el interés de la nueva clase media por aprender y disfrutar del vino. Después, ya vendrán los tiempos de exportar y ganar mercados promocionando con grandes campañas a los vinos nacidos al calor del trópico.

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