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 sábado, 05 de mayo de 2007  
Viajeros del Tiempo
Rosario 1905/1910

Guillermo Zinni / La Capital

Elecciones corruptas y fraudulentas. De cincuenta mil ciudadanos aptos para la inscripción electoral en el Rosario, sólo fueron anotados en el padrón nacional once mil. A su vez, de estos últimos sólo 2.500 pudieron retirar su libreta. ¿Y sólo 2.500 ciudadanos van a elegir en esta populosa ciudad al primer magistrado del país y a los congresales renovantes? ¡Esto representa una vergüenza y muestra cuán bajo ha caído el civismo entre nosotros! Pero hay que ser justos: esto no es culpa del pueblo. Los gobiernos provinciales se han adueñado desde hace mucho de las urnas y producen a voluntad, para su exclusivo uso y goce, las funciones electorales que por ley son el resorte del pueblo. Ese mismo pueblo que se ve despojado de sus derechos y que presencia tanta delictuosa farsa oficial se resiste a complicarse en ellas y deja hacer a los oficialismos, que se despachan a su gusto en la suplantación de la soberanía democrática. Aquí se organizan partidos populares con el fin de intervenir políticamente en la cosa pública, pero al querer inscribir a sus elementos en los registros cívicos tropiezan con toda clase de cortapisas que son las armas del fraude hasta el punto de hacerles imposible esa operación. Vienen después las elecciones, en que la policía juega el “importante” papel de que los verdaderos electores son suplantados por muertos, por ausentes y por individuos imaginarios. ¿Qué pueblo no se cansa de tanta trapisonda y de tanto fraude? El caso de esta provincia es bien conocido como para que sea necesario volver sobre él. Hasta ayer fuimos testigos de las trabas impuestas para el retiro de las libretas y ahí está el resultado: de 50.000 ciudadanos que pueden votar sólo están habilitados 2.500, y el principal culpable de este fracaso es el oficialismo elector, que ahuyenta a los ciudadanos de la vida cívica.

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