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sábado,
05 de
mayo de
2007 |
El laborismo retirará su apoyo al premier Olmert
Tel Aviv. - El premier israelí, Ehud Olmert, afronta una posible ruptura de la coalición de gobierno entre su partido Kadima y el laborismo, lo que hundiría su ya muy debilitado Ejecutivo. Olmert acaba de superar a duras penas una rebelión en sus propias filas, donde incluso la canciller Tzipi Livni, le reclamó la renuncia.
El catalizador de esta profunda crisis es el informe oficial sobre la guerra del Líbano, que criticó duramente la conducta de Olmert y de su gobierno durante el conflicto del año pasado.
El laborismo, soporte clave del actual gobierno, irá a internas en junio. El partido elegirá a su presidente, y quien encabeza las encuestas es el ex dirigente de los servicios secretos israelíes, Ami Ayalon, quien sostuvo que tiene intención de romper el acuerdo de gobierno con Kadima.
Fuentes cercanas al premier admitieron que el informe sobre la guerra de Líbano y la masiva marcha del jueves en reclamo de la renuncia de Olmert, influirán en el resultado de las internas laboristas.
Alrededor de 100.000 personas convocadas tanto por la derecha como por la izquierda israelí se manifestaron en Tel Aviv para pedir la renuncia de Olmert y de su ministro de Defensa, Amir Peretz, como consecuencia del informe sobre la guerra contra la milicia Hezbolá, llevada adelante en Líbano en julio del año pasado. El público israelí no critica a Olmert y Peretz por lanzar la guerra contra la formación extremista, sino el modo dubitativo y poco claro en que la condujo.
Informe demoledor
Según el documento de la comisión presidida por el juez Winograd dado a conocer el lunes tanto Olmert como el ministro de Defensa no tenían la suficiente experiencia para liderar la guerra y el entonces jefe del ejército Dan Halutz encaró al conflicto sin estar preparado Olmert a pesar de recibir pedidos de renuncia hasta de su gabinete afirmó durante toda la semana que se mantendrá en su cargo para subsanar los errores cometidos
La guerra de 34 días terminó con un virtual empate y muchas dudas sobre el liderazgo político y militar israelí. Halutz, general de aviación, apostó a ganar la guerra desde el aire, pero luego de semanas de bombardeos que no detuvieron los ataques con cohetes de Hezbolá contra los civiles israelíes, tanto él como Peretz y Olmert debieron enviar de manera improvisada al ejército al ataque, sin objetivos precisos. La guerra terminó con unos 1.200 libaneses muertos, entre milicianos y civiles, y 160 israelíes caídos, muchos de ellos civiles muertos en el norte por los 4.000 cohetes lanzados por Hezbolá.
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