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 sábado, 05 de mayo de 2007  
Yo creo
"Los valores del reality van a la Bolsa"

Pedro Squillaci / Escenario

El reality es un juego. Jorge Rial lo dice a cada rato y con eso confirma de forma implícita: "Acá vale todo". Ese vale todo, paradójicamente, significa que los valores humanos - si es que quedaba alguno- se esconden en el patio de atrás. Pero bien en el fondo. Lo único que interesa es vencer al de enfrente, a como dé lugar. Un símbolo de la sociedad capitalista, cada vez más cruel, de las últimas décadas. Es una sintonía mundial, qué duda cabe, y se ve en todos los estratos sociales, pero en la televisión se exhibe de un modo casi obsceno, triste, patético. Marianela, la devenida gordita de "Gran Hermano", aplicó un vale todo para ganar el premio mayor de 100 mil pesos. Con una sonrisa siempre a flor de labios y con esa falsa imagen de chica común, se despachó con una nominación espontánea, que le asigna más votos a los sentenciados, y se cargó a Diego, el ex convicto que era el candidato natural a ganar el reality. A ella no le importa nada, "total siempre dicen que esto es un juego". Entonces la chica hace lo que siente y listo, sin pensar que lo que hacía era precisamente perjudicar al único de los 16 participantes que le dio una mano cuando a ella no la saludaba ni el camarógrafo oculto detrás del vidrio del baño en la famosa casa. Y bueno, dicen algunos, si total el tipo era un preso y la gordita es divina. Diego fue el tipo más leal de "Gran Hermano", quería ganar, como todos, pero jamás utilizó la piel de sus compañeros para llegar al objetivo. En el primer reality que se vio en el país, "Expedición Robinson", allá por el 2000, la participante Picky estuvo en boca de todos por dejarse ganar en la semifinal para beneficiar a Adrián, quien necesitaba el dinero más que ella. El gesto de ese primer reality fue muy elogiado. Hasta se atrevieron a decir que ella fue la ganadora moral. Pero en este "Gran Hermano" se premia a quien hace todo lo contrario que Picky. Marianela es una de las tres finalistas del reality por elección de la gente. Un millón de personas votaron en el último programa. Los tiempos cambian, la televisión también,

y los valores humanos ahora cotizan en Bolsa.
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