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 sábado, 14 de abril de 2007  
Viajeros del Tiempo
Rosario 1905/1910

Guillermo Zinni / La Capital

Las enfermedades infernales (I).
  • ”Hay enfermedades extremadamente raras y terribles. Una de ellas es la del sueño, de la que tanto se habla últimamente y que se propaga por la picadura de la mosca “Tsé tsé”, de Africa. A Francia fue llevado hace poco, para su estudio, un grupo de negros atacados de esta enfermedad: todos murieron después de estar en un largo y profundo letargo del cual sólo salían momentáneamente. Uno de los atacados, en cuanto se despertaba, se ponía a cantar canciones monótonas y melancólicas, casi sin palabras, como queriendo arrullar su propio sueño fatal, más allá del cual estaba la muerte. Sin embargo, debo confesar que esta enfermedad a mí no me asusta. Dormir, aunque sea para ya no despertar, es siempre lisonjero. La naturaleza, que acaso dió la vida como madrastra, dió después el sueño como madre.

  • Pero más terrible aún que esta enfermedad es la llamada “osificación de los músculos”, originada por la abundancia de óxidos de calcio en el organismo, y que avanza lentamente hasta convertirnos en piedra, hasta fosilizarnos en vida. Los pies, las piernas, los brazos y hasta los intestinos mismos se van osificando. Sólo el corazón y el cerebro siguen latiendo dentro de aquella estatua que ve y oye. En Alemania, un hombre afectado de esta enfermedad atendía con excelente humor a todos los que iban a verlo. Era una especie de escultura, pero no trágica, sino afable y hasta ingeniosa. En una ocasión, a una princesa que lo visitaba le dijo: “Me estoy erigiendo yo mismo mi estatua en vida”. Al iniciarse la osificación del corazón, murió. Para entonces, todo en él era ya rígido y estaba como petrificado, menos la boca: la estatua sonreía. Y sonrió hasta el último instante. No le dolió nada. ¡Cada miembro había adquirido la sensibilidad y la perdurabilidad del mármol!”.

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