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| miércoles,
11 de
abril de
2007 |
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Charlas en el Café del Bajo
-Preocupa, causa angustia y provoca interrogantes sobre cuál será el destino del ser humano, la incesante presencia en la sociedad del desprecio por la vida. No son, de ningún modo, sucesos aislados. Son hechos infelices, desgraciados, de todos los días. Asistimos azorados, hace pocas horas, a como un policía, sin más y a quemarropa, hirió de gravedad con el disparo de un lanzagases al docente Carlos Fuentealba. Y también asistimos a como un vecino airado, en Zárate, sólo porque un señor estacionó el camión en la puerta de su casa le dio muerte de un disparo a su sobrino de nueve años.
-Lamentablemente, ese desprecio por la vida, del cual usted habla, Candi, se manifiesta de otras formas y en diversos ámbitos.
-Así es. No quiero dejar de recordar, de paso, que dos policías fueron asesinados en las últimas horas por delincuentes.
-Claro, uno puede entender que delincuentes maten sin más. Se puede entender por cuanto sabemos que a la persona que delinque no le interesa nada, carece de valores y de sentimientos y en muchas ocasiones su comportamiento está trastornado por la ingesta de drogas ¿Pero cómo se comprende que un policía mate a un maestro? ¿Cómo se entiende que un vecino por una cuestión tan nimia asesine a un chico?
-Mire, Inocencio, el desprecio por la vida viene a ser un "modus vivendi" de ciertas personas, una suerte de cultura que se ha arraigado en algunos seres humanos por diversas razones. Entre tales razones, no se debe excluir la responsabilidad que le compete a los conductores de la sociedad y a una moda social caracterizada por diversas manifestaciones y por diversos medios, en donde la vida no se resalta como un valor sublime.
-Así es.
-No hace falta ir muy lejos para descubrir el desprecio por la vida, no hace falta mostrar asesinatos. Cualquiera que se pare en un esquina de la ciudad de Rosario, o de cualquier ciudad de este país, advertirá cómo quienes conducen un vehículo hacen ostentación del desprecio por el prójimo y ponen en riesgo su vida.
-Tiene razón.
-Usted ve automovilistas que, irrespetuosos, violentos y repudiables, cometen las más injustas de las actitudes y las más peligrosas de las acciones. Lo que sorprende es que personas que están al volante de un servicio público, como taxistas, remiseros o colectiveros, cometan la misma insensatez. Me pregunto entonces: ¿con qué criterio la autoridad pertinente permite que personas con tales patologías mentales estén en la calle conduciendo vehículos? ¿Con qué criterio las autoridades conceden a una persona una pistola y la insignia de policía? Pero no hay que engañarse, el desprecio por la vida (¡la vida, lo más maravilloso, lo más sublime!) se advierte en muchos ámbitos y en muchas partes del mundo. ¿Hay algo más loco que un atentado terrorista y matar a decenas de personas en unos segundos? Nos guste o no, creo que hay que aceptar que hay en buena medida una cultura de la muerte.
Candi II
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| ¿Cree que deben ir a prisión los padres y madres que no cumplen con la cuota alimentaria?
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