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 martes, 27 de marzo de 2007  
Perpetua para los dos asesinos de un panadero
El hecho ocurrió en marzo de 2004, durante un frustrado asalto en un comercio de Cabín 9

A tres años del crimen del panadero Luis Alberto Varela en Cabín 9, dos hombres fueron condenados a prisión perpetua por matar a tiros al comerciante cuando intentó resistir un asalto en el local. En el mismo fallo, un empleado del negocio fue sentenciado a tres años de cárcel por llevar en auto a los asaltantes y resultó absuelto otro empleado, que había sido acusado de suministrar el dato de que la víctima guardaba dinero para comprar insumos de la panadería.

  Los condenados a prisión perpetua son Sergio Pereyra, de 31 años, y su sobrino Ricardo Damián Pereyra, de 26. En un fallo del juez de Sentencia Ernesto Genesio y el secretario penal Ernesto Eiris los encontraron responsables de una serie de graves delitos: homicidio críminis causa agravado por el empleo de un arma de fuego, tentativa de robo calificado y tenencia de arma de guerra. A Ricardo, además, le unificaron la condena con una anterior a 5 años y seis meses de prisión que le habían impuesto en 2002 por un robo calificado.

  Luis Alberto Varela tenía 33 años cuando fue asesinado en su casa de Pérez al resistir un robo. Cerca de la 1 del 23 de marzo de 2004, mientras el panadero, su esposa y sus tres hijos dormían, los asaltantes abrieron sin violencia un portón lateral que daba acceso a la cuadra del local de El Ombú al 500. Los cinco ovejeros alemanes de la familia esa noche no ladraron.

  Los ladrones llegaron hasta un patio interno donde los ruidos alertaron al comerciante, quien se levantó y, escopeta en mano, se acercó a la puerta. “¿Quién es?”, preguntó. “Soy yo, Luis”, le respondieron llamándolo por su nombre.

  Cuando el panadero se asomó los delincuentes pugnaron por entrar. El comerciante hizo un disparo intimidatorio y se inició un confuso tiroteo. Los maleantes tiraron varias veces y un proyectil de 9 milímetros rebotó contra la pared e hirió al comerciante en el abdomen, ante la vista de su esposa y su hija de 11 años.

  Los atacantes huyeron sin concretar el robo. “Vamos, vamos”, le gritaron al conductor de un Fiat 128 amarillo que los esperaba. Esa misma madrugada fueron detenidos frente al Cementerio Israelita, donde se les incautó una pistola 9 milímetros robada a un comisario inspector. Las pericias probaron que fue el arma usada en el crimen. Y además Sergio Pereyra llevaba una campera celeste de jean gastado como la que, según la hija de la víctima, vestía uno de los atacantes.

  Por todo esto el juez determinó, en un fallo que aún no está firme, que fueron los autores del frustrado asalto y de los disparos. También evaluó que para entrar a la cuadra usaron una copia de la llave original, que estaba en el negocio al alcance de los empleados.

  Asimismo, condenó a 3 años de cárcel a Mario Alberto Villalba, un empleado de la panadería sindicado como quien condujo en auto a los asaltantes, entregó la llave y brindó información sobre la situación económica de la víctima. Al parecer, Varela guardaba una suma de dinero para comprar un importante stock de harina y días antes había vendido un camión. Su pena fue menor porque el juez concluyó que “su verdadera intención fue la de participar en el robo con arma y no la de matar para consumar el delito”. Otro empleado de la panadería que había sido procesado por el caso, Martín Osvaldo Mansilla, fue absuelto porque no se halló suficiente evidencia de que haya actuado como entregador. l
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