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 sábado, 03 de marzo de 2007  
Ahora el sueño de las maestras está en contar con la biblioteca propia

La Escuela Nº 1.376 hasta ahora no está incorporada en ningún programa de ayuda. En sus expectativas está la de ser sumada al Programa Integral para la Igualdad Educativa (Piie).

Se trata de una propuesta diseñada por el Ministerio de Educación de la Nación, con anclaje en las provincias que justamente busca mejorar los trayectos escolares de los alumnos pobres..

Mientras el programa llega, la escuela no deja de golpear puertas. En esta tarea, hace poco enviaron una carta de lectores a La Capital pidiendo la donación de materiales actualizados para sus alumnos y la biblioteca que tienen en sus planes poner en marcha este año.

"Nos conmovió la respuesta de la gente”, dice la directora Aurora Fodde para empezar a enumerar la ayuda recibida: tres computadoras (dos del banco Macro y una de un particular), libros y algún que otro mueble, entre otras cosas.

Pero hay más. Un grupo de teatro se ofreció para organizar una obra gratis y recaudar fondos y un grupo de amigos decidió reunir dinero y comprarles los útiles que la escuelas les indique.

Entre las prioridades institucionales, está la meta de formar la biblioteca. La coincidencia de las maestras está en la avidez de libros y lecturas de sus alumnos. Fernanda Correa, una de las docentes, recuerda “con qué entusiasmo sus alumnos leían unos cuentos que recibieron donados el año anterior”. También la experiencia pedagógica que puso en práctica con los chicos.

De eso se trata. No sólo de contar con material de estudio para las distintas áreas, sino también con libros para disfrutar de la lectura en las horas de clase.
Más aulas
También está en los planes la remodelación del edificio escolar. El establecimiento fue habilitado en 1999, en el mismo año que la revista Zona Educativa, editada por ese entonces por el Ministerio de Educación de la Nación, en el marco de la ley federal (ahora desplazada por la nueva norma educativa) publicitaba el fin de las escuelas ranchos en todo el territorio nacional.

El establecimiento se levantó en un ex complejo de casas destinadas al barrio, algunas de las cuales les fueron cedidas para levantar la actual escuela. “Al principio trabajábamos con un baño y cocina en los salones, el inodoro era parte de nuestras clases”, recuerda Patricia Sánchez, maestra de 1º grado y una de las que tiene más antigüedad en la escuela.

La directora, Aurora Fodde, al tiempo que esquiva charcos en el pasillo, deposita sus expectativas en que en algún momento se concrete el nuevo edificio que en el Ministerio de Educación de Santa Fe les han prometido. “Este año recibimos 57 mil pesos para la construcción de dos nuevas aulas, pero la promesa es hacer más salones”, indica la directora, que anticipa que la mano de obra correrá por cuenta del Fondo de Asistencia Educativa (FAE).

Recién cuando el espacio sea remodelado la dirección tendrá su propio lugar para atender a los padres, guardar la papelería administrativa y funcionar como espacio indispensable para cualquier personal directivo. “Por ahora la dirección atiende en el comedor, en los pasillos o donde se pueda”, añade.

A la escuela concurren chicos humildes, muchas veces con problemas de aprendizajes que requieren de una atención cercana y permanente. Este es otro escollo que las docentes deben sortear. Pasa que las escuelas especiales donde podrían recibir atención de fonoaudiólogas o psicopedagogas, por ejemplo, están saturadas de demandas. Sencillamente no alcanzan a cubrir una problemática creciente.

Se suma a este panorama que los papás carecen muchas veces de medios para afrontar un seguimiento profesional con sus chicos, y además —indican las maestras— “no siempre hay continuidad en este tipo de ayuda, los padres terminan por conformarse con que le demos un buen trato a sus hijos”.

Lorena Gómez, maestra de 6º, recuerda que una vez una prima que conoce la situación de pobreza de esta escuela le preguntó: “¿Cómo hacía para levantarme todos los días y venir con ganas a la escuela?”

Quizás una de sus compañeras, Marcela Lo Píccolo de 5º grado, acerque una respuesta: “La desesperación de trabajar en esta realidad nos lleva a buscar distintas estrategias para decirle a la sociedad aquí estamos”.
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Docentes y directivos de la Escuela Nº1.376 de Rosario afirman que no renuncian a conseguir una mejor educación para sus alumnos.

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