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sábado,
03 de
marzo de
2007 |
Opinión
El lugar del cuerpo en los aprendizajes
Marcela Nissoria(*)
La educación física es una práctica social y pedagógica, cuya finalidad es contribuir a la formación integral del hombre.
Las actividades motrices en la escuela lo contactan al niño para que interactúe sobre saberes referidos al propio cuerpo, al cuerpo de los otros, al medio ambiente, al mundo de los objetos, a los juegos motores, a los deportes, a las actividades expresivas y al ejercicio como construcción humana.
También le permite al mismo tiempo la sociabilización y la construcción de la identidad, el desarrollo de sus capacidades y formación de competencias prácticas sociales, morales e intelectuales.
Dichas competencias favorecen el desarrollo de todos los aspectos que hacen al comportamiento infantil: cognitivo, sensorio-motor, psicoafectivo. Estos aprendizajes relativos al cuerpo y al movimiento forman parte del capital cultural donde el niño se desarrolla.
Si la escuela ha sido creada para la transmisión de la cultura que la sociedad considera valiosa, en un contexto histórico y social, la escuela es entonces un espacio de privilegio para la inclusión social.
Por tanto, excluir de la enseñanza a la educación física implica excluir estos saberes del capital cultural básico de nuestros alumnos, en cuanto se desconoce el contenido cultural y socialmente significativo que tiene.
Tal como dice la educadora Ana Quiroga “inmovilizar un cuerpo infantil, aislarlo tras un banco escolar es un indicador de la incompatibilidad esencial que el sistema educativo tiene con el niño”.
(*)Profesora y licenciada en educación física.
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