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 jueves, 16 de noviembre de 2006  
Avance. Unos 150 investigadores iniciaron ayer la etapa final del emprendimiento en el que participan 15 países
Mendoza inauguró el observatorio astronómico más grande del mundo
"El objetivo es desentrañar los misterios del universo", anticipó el premio Nobel en física James Cronin

Unos 150 investigadores de todo el mundo, liderados por el premio Nobel en física James Cronin, inauguraron ayer la etapa final del Observatorio Pierre Auger en la ciudad mendocina de Malargüe, considerado "el experimento científico más grande del mundo".

Se trata de un proyecto conjunto entre 15 países, desarrollado en un predio de tres mil kilómetros cuadrados, cuyo objetivo principal es desentrañar los misterios de las partículas más energéticas del universo.

"Estamos enfrentándonos a las mayores energías de la naturaleza para tratar de descifrar el mensaje que nos envía el universo: es, realmente, una aventura del pensamiento", dijo Alberto Etchegoyen, director del observatorio que ayer comenzó a funcionar de manera completa, cuando se inauguró el último edificio que alberga seis de los 24 telescopios del complejo.

En el vasto predio se ubican, por un lado, detectores que reciben lluvias de partículas y, por otro, telescopios que captan la fluorescencia emitida por el nitrógeno atmosférico.

"La idea de hacerlo tan grande es muy simple: los rayos cósmicos de esta energía caen una vez por siglo por kilómetro cuadrado. Para que sea más fácil captarlos, es necesario que los detectores estén extendidos en una gran superficie", explicó Andrés Risi, técnico del observatorio y astrónomo aficionado.

La participación argentina está liderada por la Comisión Nacional de Energía Atómica (Conea) junto a la Universidad Nacional de La Plata, el Instituto Balseiro, la Universidad Tecnológica Nacional y el gobierno de la provincia de Mendoza.

El observatorio busca analizar partículas que llegan a la atmósfera desde el espacio y que podrían ser claves para descubrir el origen del universo y es el primer complejo que une las dos técnicas conocidas hasta ahora para estudiar los rayos cósmicos: la detección con tanques de agua y la observación con telescopios.

En Malargüe se instalaron varios tanques detectores, cargados con agua totalmente libre de impurezas, que reciben las constantes lluvias de partículas producidas en la atmósfera cuando ingresan los rayos cósmicos y 24 telescopios que captan la fluorescencia emitida por el nitrógeno atmosférico, que es indicador del paso de esas partículas.

Los rayos están conformados por masas infinitesimales e invisibles que viajaron millones de años luz a través del cosmos trayendo, además de una increíble cantidad de energía, una valiosísima información.


Unas 30 veces París
La superficie que abarca el observatorio es inmensa: son unos tres mil kilómetros cuadrados, aproximadamente 30 veces el área de la ciudad de París, en donde se colocarán, en total, 1.600 tanques capaces de recoger el impacto de los chubascos cósmicos.

Según los expertos, ningún acelerador de partículas del mundo es capaz de generar ni una cienmillonésima parte de la energía que traen los rayos cósmicos, y tampoco se conoce ninguna fuente de la naturaleza capaz de emitirlas.

Para explicar de dónde proviene la energía de esos rayos, entonces, se barajan algunas hipótesis: una explosión cósmica superpoderosa, un agujero negro, colisiones violentísimas entre galaxias e incluso se piensa que esas partículas pueden ser residuos secundarios del Big Bang, la explosión que dio origen al universo.

Es fácil de entender, entonces, por qué en el proyecto participan en total 15 países y más de 250 investigadores. "Hemos atraído gente de todo el mundo interesada en esta gran aventura. Nos estamos enfrentando a algo completamente desconocido. ¿Hay algo más apasionante en la ciencia?", se preguntó Cronin.

Mientras se inauguraban los seis últimos telescopios, unos 150 investigadores que participan del proyecto llegaron a Malargüe para analizar, debatir y compartir los resultados obtenidos por el observatorio a lo largo del año.

Segev Benzvi, estudiante de doctorado de la Universidad de Columbia, de Nueva York, es uno de ellos. "En las reuniones por ahora tratamos de ver las mediciones que se fueron haciendo y de optimizar los mecanismos de los detectores para reducir el error al mínimo posible, a la vez que discutimos las implicancias físicas de los resultados", contó.

Además Benzvi dijo estar "muy entusiasmado" con el proyecto, ya que, explicó, "nunca se hizo" un emprendimiento de estas dimensiones. "Mi tarea es estudiar el comportamiento de la atmósfera para tratar de comprender un poco más los detalles de estas partículas superenergéticas", agregó. (Télam)
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El gobernador Cobos (derecha) inauguró el complejo.

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